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Estado Islámico

La "emperatriz del Estado Islámico": la estadounidense convertida al islam que lideró un batallón terrorista de mujeres

Nació en Kansas, era una buena estudiante de una elitista escuela privada, creció en un hogar "amoroso y estable"... nada en su historial explica la radicalización de Allison Fluke-Ekren hasta convertirse en una terrorista radical considerada la "emperatriz del Estado Islámico".
Publicado 5 Nov 2022 – 02:48 PM EDT | Actualizado 5 Nov 2022 – 07:47 PM EDT
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Allison Brooks creció como una buena estudiante en una granja de Kansas que fue un “hogar amoroso y estable”. Pero desde entonces su vida ha dado tantas vueltas que las autoridades de Estados Unidos la llaman " la emperatriz del Estado Islámico".

Condenada el martes a 20 años de cárcel tras declararse culpable de terrorismo, la historia de quien ahora es Allison Fluke-Ekren, de 42 años, es única, una mujer nacida en Estados Unidos que asciende al estatus de líder dentro de Estado Islámico.

Durante más de ocho años, Fluke-Ekren cometió actos terroristas en zonas de guerra en Libia, Irak y Siria, incluyendo el liderazgo de un batallón exclusivamente femenino en el que dio entrenamiento a mujeres y niñas para realizar ataques para el Estado Islámico.

Fue el fiscal Raj Parekh quien se refirió a ella como “la emperatriz del Estado Islámico".

"Les lavó el cerebro a niñas y las entrenó para matar", aseguró Parekh. "Abrió un camino de terror, sumergiendo a sus propios hijos en profundidades insondables de crueldad al abusar de ellos física, psicológica, emocional y sexualmente".

“Mi madre es un monstruo sin amor por sus hijos”

Según el fiscal, la familia había enviado a la mujer a una elitista escuela privada en Topeka, Kansas. Pero su vida comenzó a salirse del guion prestablecido cuando abandonó la escuela secundaria en segundo año para casare con un hombre de apellido Fluke con quien tuvo dos hijos.

Precisamente el primogénito de ese matrimonio testificó sobre los años de abuso a los que él y sus hermanos fueron sometidos por su madre.

"Mi madre es un monstruo sin amor por sus hijos, sin excusa para los actos que cometió", dijo. " Tiene en sus manos la sangre, el dolor y el sufrimiento de todos sus hijos".

Después de dejar a su primer marido, asistió a la Universidad de Kansas, donde se casó con un compañero de estudios llamado Volkan Ekren y se convirtió al islam. Más tarde obtuvo un certificado como maestra de una universidad en Indiana.

La radicalización de Allison Fluke-Ekren

Con Ekren tuvo cinco hijos y adoptaron a otro después de que los padres del niño murieran como terroristas suicidas en Siria.

En 2008, la familia se mudó a Egipto y en 2011 a Libia donde, según el fiscal Parekh, "comenzó la obstinada búsqueda de Fluke-Ekren para obtener posiciones de poder e influencia para capacitar a mujeres jóvenes en ideología extremista y violencia".

Estaban en Bengasi en septiembre de 2012, cuando el grupo islámico Ansar al Sharia atacó la legación estadounidense y la oficina de la CIA en esa ciudad del noreste de Libia, matando al embajador y a otros tres ciudadanos estadounidenses.

Fluke-Ekren, que habla árabe con fluidez, ayudó a Ansar al Sharia a "revisar y resumir el contenido de los documentos robados del gobierno estadounidense" tras ese ataque.

La familia salió de Libia a fines de 2012 o principios de 2013 y se movió entre Irak, Turquía y Siria, involucrándose profundamente con EI. Durante un tiempo, vivió en el bastión del grupo en Mosul.

Después de que su marido, líder de una unidad de francotiradores de EI, muriera en 2015, obligó a su hija de 13 años a casarse con un combatiente del grupo, según el fiscal estadounidense.

Fluke-Ekren, que adoptó el nombre de guerra Umm Mohamed al Amriki tras unirse a EI, se casó tres veces más y tuvo otros cuatro hijos.

Su cuarto marido era un líder del EI responsable de la defensa del grupo en Raqa en 2017. Ese año, Fluke-Ekren admitió que se convirtió en líder de un batallón femenino llamado Khatiba Nusaybah, que brindó entrenamiento militar a más de 100 mujeres y niñas, según el relato fiscal.

"Durante las sesiones de capacitación, Fluke-Ekren instruyó a mujeres y niñas sobre el uso de fusiles de asalto AK-47, granadas y cinturones explosivos suicidas", dijo Parekh. "Una de esas niñas, algunas de los cuales tenían apenas 10 u 11 años, era su propia hija".

Esa hija, Leyla Ekren, además del primogénito de la mujer, pidieron al tribunal que impusiera la máxima pena para los crímenes de su madre. Y esa fue la sentencia que recibió, 20 años.

Leyla Ekren señaló le dijo a la corte que el “anhelo de control y poder” llevó a su madre a arrastrar a la familia al otro lado del mundo para unirse a un grupo terrorista.

También declaró que su madre se volvió experta en ocultar los abusos que les infligía. Y recordó, por ejemplo, cuando su madre le roció un medicamento para piojos en la cara como castigo, lo que le provocó ampollas en el rostro y quemazón en los ojos. Fluke-Ekren luego trató de lavar los productos químicos de la cara de sus hijas, pero Leyla Ekren se resistió.

“Quería que la gente viera qué tipo de persona era ella. Quería que me dejara ciega”, dijo ante su madre, sentada a unos metros de distancia.

“No hay nada en los antecedentes de Fluke-Ekren que pueda explicar su conducta, que fue impulsada por el fanatismo, el poder, la manipulación, la invencibilidad delirante y la crueldad extrema”, dijo por su parte el fiscal Parekh.

La poco convincente defensa de Fluke-Ekren

La defensa de Fluke-Ekren había pedido una sentencia de dos años para poder criar a sus hijos pequeños. En una larga intervención en el juicio dijo que asumía la responsabilidad de unas acciones que también trató de minimizar.

“Vivíamos una vida muy normal”, le dijo al juez sobre su tiempo en Siria, mostrando fotos de sus hijos en una cena de pizza semanal.

Y negó las acusaciones de abuso al tiempo que trató de acusar a su hijo mayor de manipular a su hija para que las hiciera.

Además, describió a Khatiba Nusaybah como algo parecido a un centro comunitario para mujeres que se transformó en clases de autodefensa cuando quedó claro que la ciudad de Raqa, el bastión del Estado Islámico donde vivía, enfrentaba una invasión.

Reconoció que a las mujeres y las niñas se les enseñó a usar cinturones suicidas y armas automáticas, pero lo describió como un entrenamiento de seguridad para evitar accidentes en una zona de guerra donde tales armas eran comunes.

En un momento, Fluke-Ekren explicó la necesidad de que las mujeres se defendieran de la posibilidad de que los soldados enemigos las violaran. “La violencia sexual no está bien en ninguna circunstancia”, dijo.

La jueza Leonie Brinkema dejó en claro que las justificaciones de Fluke-Ekren no la convencían. En un momento la interrumpió para preguntarle sobre la acusación de la hija de que la obligaron a casarse con un combatiente del Estado Islámico que la violó cuando tenía 13 años.

“Estaba a unas pocas semanas de cumplir 14”, respondió Fluke-Ekren en protesta, y luego dijo: “Fue su decisión. Nunca la obligué”.

Incluso dentro del Estado Islámico, las personas que conocían a Fluke-Ekren describieron su radicalización como "fuera de lo normal". Las acciones de Fluke-Ekren "agregaron una nueva dimensión al lado más oscuro de la humanidad", dijo el fiscal Parekh.

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