La dislexia: El superpoder de mi hija

Aunque no podía decirte los nombres de todos los colores, mi hija Valentina antes de los tres años podía elegir su ropa, lazos y zapatos para combinar a la perfección. Rara vez tuve que hacer que se cambiara, ni chocaba con la moda como hacen tantos niños de su edad cuando se les permite elegir su propia ropa.
Valentina puede planificar unas vacaciones familiares completas con más de treinta personas para celebrar su cumpleaños número 12. Al crear una presentación en power point con un presupuesto y una agenda detallada, y dejando poco margen de error, anticipando cada detalle sin perder de vista el panorama general.
Ella es una estudiante sobresaliente y esta nominada para ser parte de la Sociedad Nacional Junior de Honor. La mayoría de la gente nunca adivinaría que Valentina tiene una discapacidad de aprendizaje.
En 2020, a unos meses de la pandemia, recibimos el diagnóstico de que Valentina tenía dislexia. La dislexia es un trastorno del aprendizaje que implica dificultad para leer debido a problemas para identificar los sonidos del habla y aprender cómo se relacionan con las letras y descifrar palabras. También llamada discapacidad de lectura, la dislexia es el resultado de diferencias individuales en las áreas del cerebro que procesan el lenguaje.
No me sorprendió del todo cuando recibimos el diagnóstico porque, durante años, noté que invertía sus B y D y poco a poco comenzó a quedarse atrás del resto de la clase en los niveles de lectura. Durante nuestras conferencias de padres y maestros, a menudo le preguntaba a sus maestras si deberíamos evaluar a Valentina. Habiendo tenido un hermano que fue diagnosticado con TDAH, (aquí pondría el nombre de la condición en español) no quería esperar para conseguirle la ayuda que necesitara, si la necesitaba.
Durante varios años antes de su diagnóstico, recibió la ayuda y el apoyo de maestros maravillosos que trataron de llevar su lectura al nivel de su clase. A menudo expresaron dudas de que incluso pudiera tener una discapacidad de aprendizaje. No mostraba dificultades en la mayoría de los aspectos de la vida, lo que provocó que los maestros nos dijeran: "Solo denle un poco más de tiempo, estas cosas pueden desaparecer con la edad.”
Justo antes de que nos declararan encerrados debido a la pandemia, nos reunimos por última vez con los maestros, quienes finalmente expresaron que deberíamos hacerle la prueba a Valentina. Una maestra que me había dicho antes que esperara respiró profundamente y casi como disculpándose y con un suspiro de “lo hemos intentado todo” me dijo “Creo que es hora de hacerle la prueba”. Con un diagnóstico específico, los maestros que habían estado trabajando con Valentina podrían entenderla mejor y ayudarla a progresar en la escuela. No soy de los que esperan o pierden mucho tiempo en la negación. Estaba decidida a comenzar al día siguiente. Lo hicimos y unas semanas después se confirmó el diagnóstico.
Lo que me sorprendía y me preguntaba cómo era que había pasado tanto tiempo sin ser detectada. Los maestros me dijeron que ella sobre compensaba con todas sus otras fortalezas para enmascarar dónde estaba luchando. Como mamá alfa, inmediatamente comencé a investigar. A menudo he recurrido a libros e investigaciones para ayudarme en mi carrera, por lo que hice lo mismo cuando se trataba de convertirme en mamá primeriza y ahora con la posibilidad (y confirmación posterior) de que Valentina tuviera una discapacidad del desarrollo, quería entenderlo mejor.
Cada libro que leí sobre el tema de dislexia presentaba un punto de vista de los padres parecía provenir de un lugar de vergüenza. La narrativa siempre incluía tener que superar el estigma negativamente. Realmente no podía relacionarme; no me sentía identificada. Yo no sentía vergüenza en lo absoluto.
Probablemente hay más razones por las que procesé las noticias como lo hice, pero me vienen a la mente estas dos cosas.
Cuando a mi hermano le diagnosticaron Falta de Atención e hiperactividad, mi padre, que siempre ha sido extremadamente transparente conmigo, compartió cómo le pesaba el diagnóstico. Se preguntaba si esto era culpa suya. ¿Causó él esto? Era una época en la que se sabía poco sobre las discapacidades de aprendizaje y mi padre había crecido en una época en la que los niños como mi hermano eran vistos como “malcriados” o considerados tontos. En una cultura donde a menudo prevalece el “que dirán de mí”, es natural que nos preocupemos por cómo el comportamiento de los demás o de nuestros hijos puede reflejarse en forma de crianza. Los comentarios de mi padre me dejaron perpleja, eran buenos padres y habían criado a un niña (yo) que no tenía TDAH y era muy diferente. Siendo yo mismo una niña jovencita, me preguntaba qué tenía esto que ver con su forma de crianza. Hoy, mi hermano es un reclutador de alta tecnología en una de las firmas globales más reconocidas del mundo. Y estudió finanzas, un grado mucho más difícil que mi licenciatura.
La segunda razón que me viene a la mente es lo que aprendí de la Dra. Shefali Tsabary, PhD y autora de “Padre Consciente”. Shefali sugiere que, a través de una consideración seria de los legados culturales y el condicionamiento personal/social, los padres pueden comenzar a dejar de lado el imponerle a sus hijos sus propias expectativas o legados de trauma generacional. Shefali cree que los padres se liberan de imponer creencias a sus hijos. Mi hija es una experiencia por sí mismo y la maternidad es una relación que tengo tanto que aprender de ella como ella de mí. No permitiría que el "equipaje cultural" o las definiciones sociales de las discapacidades del desarrollo del pasado moldearan cómo se veía a sí misma, especialmente considerando que toda la evidencia que tengo de adultos con dislexia y discapacidades del desarrollo prueban lo contrario. Esta es una ventaja, no una desventaja, esto, es un don no un defecto.
Pero lo que sucedería a continuación solo me demostraría que esto no era una discapacidad sino un superpoder único y especial.
Varios días después de que recibimos los resultados de la prueba, Valentina estaba acostada en la cama. Llevaba un pijama con borla y me di cuenta de que ella seguía sintiendo la borla con una mano y luego con la siguiente. Le pregunté qué estaba haciendo. Cuando se volvió hacia mí y me dijo: “mami, a veces, cuando olvido cuál es mi mano izquierda y mi mano derecha, tomo algo y puedo sentir cuál es”. Me quedé impactada, esta niña que había ocultado su discapacidad, confundido a sus maestros, había compensado en exceso para ser convencional usando sus increíbles superpoderes de usar otros sentidos u otras áreas de su cerebro para resolver problemas. Sus pensamientos operan en una longitud de onda completamente diferente a las definiciones ortodoxas de inteligencia. Más tarde supe que los niños con dislexia tienen problemas para recordar la izquierda de la derecha.
Tenía curiosidad por saber más, deseaba poder ver a través de sus ojos por un momento, no desde un lugar de vergüenza o lástima, sino desde una increíble intriga sobre este superpoder que tiene mi hija. Sin disculpas, creo que la dislexia es su don. En el momento en que le dio un nombre a esto, incluso comencé a ver su propia confianza en sí misma y sus calificaciones subieron.
Aunque el autismo es una discapacidad muy diferente, recordé la película “Temple Grandin” basada en la historia real de una sabia autista, quien gracias a su habilidad única de pensar diferente ha diseñado algunos de los equipos de manejo más utilizados en la industria ganadera. Un documental sobre su vida la llama la mujer que piensa como una vaca y su capacidad para relacionarse con la mente animal la convirtió en una pionera en su industria.
He tenido el privilegio de estar rodeado de personas como mi hija y mi hermano. No hay discapacidad en estos individuos, sino una súper habilidad única a la que debemos hacer espacio en la mesa para innovar de verdad. Temple Grandin en una charla afirmó que "el mundo necesita todo tipo de mentes". Hay un término que me encanta para la innovación y se llama vuja de es el opuesto a deja vu.
Deja vu siendo el término más conocido es cuando ves algo por primera vez sintiendo que ya lo has visto o vivido antes. Vuja es exactamente lo contrario, donde ves algo que has visto muchas veces antes y ves algo nuevo que nunca antes habías visto.
Estas mentes son a menudo las que pueden identificar con su punto de vista único o forma de procesar la información una nueva oportunidad no detectada por otros. Quizás algunos de los mayores problemas de nuestro mundo siguen sin resolverse porque las personas con la capacidad de ver una nueva solución en un viejo problema quedan relegadas al estigma o a un lugar de desventaja.
En 2022, cuando Richard Branson se asoció con LinkedIn para agregar el pensamiento disléxico a una habilidad especial en la plataforma digital para profesionales, pensé que ahora hay alguien que si lo entiende. Richard Bronson, quien también es disléxico, es más conocido como el CEO de Virgin Airlines, también es un multimillonario británico, empresario, astronauta comercial y magnate de los negocios y controla más de 400 compañías en varios campos y está trabajando para redefinir la dislexia.
Aquí hay algunas estadísticas que si usted o alguien que conoce tiene dificultades para definir la dislexia.
El 25% de los CEO tienen dislexia
El 40% de los millonarios hechos a sí mismos tienen dislexia
El 35% de los emprendedores tienen dislexia
Pablo Picasso, Albert Einstein y George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, todos tenían dislexia y lograron grandes cosas.
Estos son algunos de los muchos dones de las personas con dislexia:
Fuerte memoria para las historias: algunas personas con dislexia recuerdan hechos como si estuvieran leyendo un buen libro de cuentos en lugar de simplemente como una lista de datos aleatorios.
Excelentes habilidades para resolver acertijos: los disléxicos pueden tener dificultades en el departamento de lectura, pero cuando se trata de resolver acertijos, muchos son profesionales. En lugar de ser un pensador secuencial que va de una idea a la siguiente, muchos disléxicos prosperan en entornos que permiten y fomentan el pensamiento simultáneo en el que las ideas están conectadas a través de rutas diferentes a una línea recta. Por eso vemos tantos emprendedores con dislexia.
Razonamiento espacial brillante: los científicos de la Universidad de East Londres descubrieron que los jóvenes disléxicos son excelentes para recordar un entorno virtual en comparación con los no disléxicos. En este sentido, muchos disléxicos triunfan en campos como la ingeniería, el diseño industrial y gráfico, la arquitectura y la construcción.
Grandes conversadores: Puede que leer palabras no sea su punto fuerte, pero muchos disléxicos son bastante profundos para leer a las personas cuando interactúan con ellas. Ellos le dirán exactamente cuál es el problema y cómo puede solucionarlo.
Tremendos empatizadores : muchos disléxicos también son bastante sinceros cuando se trata de su personalidad. Las experiencias como resultado de los desafíos de lectura y escritura pueden hacer que se sientan más empáticos con otras personas que pueden tener dificultades.
Maravillosamente imaginativo: los disléxicos realmente pueden imaginar una visión fantástica del mundo. Hacen un gran uso de su imaginación, por lo tanto, todos los artistas, actores y autores con dislexia. Tienen un agudo sentido de la curiosidad y el interés.
Pensadores abstractos: Justo cuando pensabas que se había perdido toda esperanza, resulta que las personas disléxicas pueden comprender ideas abstractas. Son buenos filósofos. Entienden cosas que no son tangibles, muchas de las cuales son cualidades humanas innatas, como la valentía, el amor y el engaño.
Analiza fuera de lo común: es bueno apegarse a los estándares, pero si realmente desea llegar lejos, debe pensar de manera original, como lo demuestran los empresarios de hoy. Una de las cualidades más ventajosas de muchas personas disléxicas es su capacidad para pensar fuera de la caja. Proponen ideas excelentes y poco ortodoxas que no solo son frescas, sino también lucrativas.
Analizar astutamente las historias que se cuentan o leerles: en lugar de leer, los disléxicos aún pueden salir adelante analizando las historias que se les cuentan o leyéndoles en voz alta. Aunque es posible que sus amigos, familiares o la tecnología de texto a voz hagan la lectura por ellos, debido a sus sólidas habilidades de comprensión del lenguaje hablado, entienden la trama y la historia. Muchos pueden hacer un seguimiento de todos los personajes y los giros y vueltas de la trama mejor que algunos no disléxicos.
Cuando recibimos el diagnóstico de Valentina, no le ocultamos nada; ella tenía 10 años para poder procesar esto. Le dejamos escuchar lo que nos decían los especialistas, incluso le ofrecimos si quería hacer sus preguntas ahora o en el futuro sobre su diagnóstico podía hacerlo.
Todavía me preguntaba “mami, ¿me pasa algo?”. No dudé en mi respuesta porque creo con cada fibra de mi cuerpo que esto es cierto; Le dije “lo que tienes es un superpoder; Ojalá pudiera pensar como tú. Así como tengo que usar anteojos para ver, usted debe usar otro tipo de anteojos para entender las palabras en la página. Vamos a resolver eso juntos”. También le dije honestamente, probablemente tendrás que trabajar más duro que la mayoría de la gente pero con, sin o a pesar de esto, tu determinación te hará triunfar. También le dije que tiene dislexia, no que sea disléxica. No quería que se definiera por un diagnóstico que el mundo aún estigmatiza. Mi posición es y seguirá siendo que necesitamos redefinir, des estigmatizar y celebrar estas habilidades.
Más del 20% (40 millones) de la población estadounidense tiene dislexia. Desafortunadamente, el 25% de los niños con dislexia abandonan la escuela.
Estos son los visionarios, los inconformistas, los resilientes que aún intentan sobrevivir a un sistema que está aprendiendo a apreciar la singularidad de cada individuo. Mantén cerca a estos pensadores únicos, fomenta en ellos la capacidad de identificar sus talentos para que puedan convertirlos en fortalezas y cambiar el mundo. Dales un asiento en tu mesa, busca su voz, si quieres lograr grandes cosas.