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Perú despide a Alan García, el expresidente que siempre estuvo en el ojo de la tormenta

Fue uno de los presidentes más jóvenes de Perú, sus excentricidades le valieron el apelativo de 'caballo loco' entre los ciudadanos y su vida acabó, como muchos momentos de su carrera política, con una maniobra dramática: Alan García se disparó en la sien cuando iba a ser detenido acusado del delito de lavado de activos en medio del escándalo Odebrecht.
18 Abr 2019 – 10:53 AM EDT
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LIMA, Perú. - Derrochaba encanto cuando se lo proponía, pero cuando el expresidente peruano Alan García tenía que demoler con las palabras, que tan bien manejaba, era implacable. Imposible que pasase desapercibido con sus casi dos metros de estatura y corpulencia. Su pose arrebataba miradas y provocaba murmullos entre la gente que lo veía pasar, fueran simpatizantes o no.

A sus 36 años se convirtió en uno de los presidentes más jóvenes que tuvo el país y no dudó en culpar precisamente a esa juventud por ese primer gobierno entre 1985 y 1990 que sumió a Perú casi en la bancarrota y en un descalabro social. Sus arrebatos durante esa gestión y las leyendas urbanas que se tejieron en torno a él, como el escaparse en moto y disfrazado de la casa de gobierno para no ser detectado por los periodistas, le valieron el apelativo de 'caballo loco' entre los peruanos.

Un embajador estadounidense, de servicio en Lima la década pasada, lo describió en su momento como una persona de ego colosal, desconfiado y arrogante. Además anotó que sufría de bruscos cambios de humor.

Durante los años 90, se asiló en Colombia y luego en Francia para estar a salvo de lo que aseguró era una persecución política en su contra emprendida por su sucesor en el cargo Alberto Fujimori, actualmente en prisión acusado de violación a los derechos humanos y corrupción.

"No se decepcionarán"

García y su partido político Apra empezaron a reconstruirse en esa casi década de autoexilio, tratando de dejar atrás la impopularidad con la que acabó su primera gestión y asegurando que había reflexionado y crecido.

“No se decepcionarán”, era una de las frases que más repetía tras sorprender a los peruanos con su anuncio de que volvería a intentar convertirse en presidente por segunda vez cuando era considerado un cadáver político.

Conocida su gran capacidad oratoria, el comentario jocoso durante ese periodo era: “No lo escuches o te va a convencer”. Y así fue, gran parte de los peruanos lo escuchó y quedaron convencidos.

En el 2001 remontó rápidamente en popularidad y le faltó poco para convertirse en presidente (le ganó Alejandro Toledo, ahora prófugo de la justicia peruana que lo busca por corrupción), y en el 2006 fue reelegido nuevamente presidente.

Su segundo gobierno tuvo buenos resultados, sobre todo en materia económica, gracias al auge de las materias primas, pero empezaron a arreciar las denuncias de malos manejos de los recursos del Estado peruano.

Las acusaciones de corrupción fueron una constante en sus dos gobiernos, pero la justicia nunca pudo comprobarlas y sus enemigos políticos solían resaltar ese halo de impunidad que parecía tener García ante las denuncias.

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¿Quién era Alan García, el expresidente investigado por supuestos sobornos de Odebrecht antes de dispararse en la cabeza?


La opinión pública no era indiferente al tema. Según algunas encuestas, la población lo percibe como uno de los políticos más corruptos del país. Y también quedó en la memoria colectiva de los peruanos cuando el ex presidente venezolano Hugo Chávez lo llamó “ladrón” y “corrupto de siete suelas”, en un enfrentamiento verbal con García el 2006 que luego fue superado.

El más investigado

“Soy el hombre más investigado de Perú de los últimos 30 años y lo que tengo es producto de mi trabajo y así lo he demostrado. Confío en la historia. Soy cristiano. Creo en la vida después de la muerte”, dijo en lo que fue su última entrevista la noche del martes con el medio local RPP Noticias.

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"No tengo ningún temor a eso": lo que le dijo Alan García a Jorge Ramos en 2012 sobre una posible investigación en su contra


Considerado como maestro de la política, sobreviviente de acusaciones y embates de sus rivales, García no podía salir del país. En noviembre, un juez dispuso eso en el marco de una investigación por colusión, lavado de activos y tráfico de influencias, todo dentro de una gigantesca investigación sobre la red de corrupción que tejió la constructora brasileña Odebrecht en Perú.

Al expresidente se le estaba investigando por haber recibido un pago de 100,000 dólares de Odebrecht por una conferencia y por la concesión de obras a esa empresa para construir una de las líneas del metro de Lima.“Demuéstrenlo pues, imbéciles”, dijo ofuscado al ser consultado al respecto por periodistas aparentemente dirigiéndose a sus investigadores.

Pocos días después y argumentando persecución política, García buscó refugio en la embajada de Uruguay en Lima, pero su pedido fue rechazado y tuvo que regresar a su casa en un barrio exclusivo de Lima.

“Otros se venden, yo no”, se había convertido en una de las usuales frases que usaba en su cuenta de Twitter para defenderse de las acusaciones e indagaciones de los fiscales. “. “Necesitan hacer una hoguera y quemar como una vieja bruja a Alan García”, dijo recientemente.

Pero la detención de García ya era inminente y él lo sabía. Su defensa fue intensa en sus últimos días a través de tuits y en entrevistas con medios locales.

“Lo noté preocupado pero tranquilo, pero es cierto, ya sabía de la detención que se le venía. Dijo que iba a esperar e incluso hizo algunas bromas conmigo”, dijo a Univision Noticias Carlos Villarreal, el último periodista en entrevistarlo en vivo, pocas horas antes de que tome la decisión de quitarse la vida.

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