El Río Grande o Bravo marca la frontera entre Estados Unidos y México a lo largo de más de 2.000 kilómetros. Incontables islas pequeñas, formadas por sedimentos, salpican ese recorrido, sirviendo como punto de descanso para los migrantes buscando cruzar al norte, y también para traficantes intentando cruzar la frontera. ¿A quién pertenecen esas islas? ¿Cómo se establece su soberanía? ¿Son verdaderamente tierra de nadie? Más información en
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