Cuando algo malo nos sucede y nos deja una marca dolorosa, lo que más deseamos es poder olvidarlo rápido, de una vez y para siempre. Para eso, solemos esforzarnos en distraernos y aplacar el mal trago con diferentes métodos que nos ayuden a dejar pasar agua bajo el puente. Sin embargo, según la ciencia, hemos estado haciéndolo mal.