La primera Xmen es del 2000, de Bryan Singer, e inaugura la obsesión del cine de Hollywood del nuevo milenio: ¿cómo hacer funcionar a los súper, cómo adaptar sus historias a la pantalla grande, cuántas interaciones épicas podemos tolerar sin perder el interés, manteniendo el compromiso con nuestros personajes? Y quizás la palabra personaje es la clave, mucho más que trama, mucho más que la vapuleada "adaptación de...".