"La gran diferencia -para que haya un mínimo de justicia- está en el teléfono celular donde quizás estás leyendo esta columna. En una época donde los espacios privados van desapareciendo y en que casi todo queda grabado, el abuso policial contra las minorías difícilmente se puede ocultar. Basta apretar el botón rojo para grabar. Y tener el valor de apuntar, con tu celular, a la policía cuando alguien grita: No puedo respirar".
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