Rafael García Rodríguez, de 24 años, trabajaba como oficial de inmigración del Aeropuerto Internacional Antonio Maceo y Grajales, en Santiago de Cuba y conocía muy bien las operaciones aéreas. Tras varios días de planificar su escape, se hizo pasar por tripulante de un vuelo chárter y el 29 de octubre logró su objetivo. Al llegar a Miami se entregó a las autoridades migratorias y desde entonces se encuentra detenido en Broward.