La pelea de los carteles por los pandilleros, sus principales vendedores de droga en EEUU
Joe Gómez hablaba por teléfono con una de sus vendedoras de droga, Leticia Chidester, sin saber que los espiaban. Le dijo en clave que estaba “lidiando con los paisas”, dándole a entender que negociaba una compra de narcóticos con operadores del Cartel de Sinaloa, de acuerdo con una declaración jurada del agente Mark Bacon, de la Administración para el Control de Drogas (DEA por su sigla en inglés).
Desde agosto de 2018, policías antinarcóticos siguieron de cerca los movimientos de Gómez y de varios otros miembros de la pandilla Norteños en Utah, que a punta de asesinatos y tiroteos tenía el control de vecindarios de Salt Lake City donde vendía narcóticos y realizaba otras actividades criminales.
Gómez era el líder y llevaba en el apodo su afiliación pandilleril, ‘Norte Joe’. Usaba la mala reputación de la banda, Familia Various Locos, para hacer trato directo con distribuidores del cartel. Le mandaban cargamentos de heroína y metanfetamina desde México y el sur de California. A lo largo de la investigación descubrieron que este alojaba en su casa a narcos mexicanos, quienes esperaban a que se vendiera todo el producto y recibían las ganancias de sus jefes, identificados como ‘Luis’ y ‘Pedro’, según documentos judiciales.
La última conversación que la DEA le interceptó a esta clica de los Norteños data de febrero de 2019. Al año siguiente, en septiembre de 2020, esa pandilla ya había encontrado un nuevo socio: el Cartel de Jalisco, la organización criminal de mayor crecimiento en México y Estados Unidos. Los Norteños le compraron más de 400 libras de metanfetamina, 50 libras de heroína y miles de píldoras de fentanilo que estos, a su vez, vendieron en todo Salt Lake Valley, indica una acusación federal.
“Utilizando técnicas de investigación autorizadas por la corte, las fuerzas del orden se enteraron de que el principal proveedor de narcóticos de este grupo era el Cartel Jalisco Nueva Generación de Jalisco (CJNG)”, señala un comunicado de la Fiscalía federal.
“Las pruebas reunidas durante la investigación demuestran que los acusados estaban involucrados en el transporte de drogas desde México hacia Estados Unidos, trasladar las drogas a Salt Lake City, distribuir las drogas a redistribuidores que vendían los narcóticos en toda la comunidad, y recolectar y transportar las ganancias de Utah a México”, agrega la dependencia.
Luis Cuna Vigil, originario de Rosarito, México, encabeza esta acusación. Otras 31 personas, residentes de Utah y California, también son citadas en este caso que enumera varios delitos, como conspiración para distribuir droga, lavado de dinero y delincuencia organizada.
Esta es la primera vez que las autoridades estadounidenses revelan cómo el Cartel de Jalisco le quitó al Cartel de Sinaloa, su acérrimo enemigo, una de las pandillas más grandes del país.
Los Norteños están afiliados a la banda carcelaria Nuestra Familia, que es rival de la Mafia Mexicana. Esta se identifica con el número 14 por la ubicación en el alfabeto de la letra N y tiene control sobre varias clicas hispanas en el norte de California. Son la contraparte de los Sureños, que integran miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13), Florencia 13 y otros grupos delictivos del sur del estado.
Se afirma que la banda Norteños se creó en la década de 1960 en prisiones californianas, por la rivalidad entre pandilleros del sur y del norte del estado. Son tan violentas sus peleas en los penales que los colocan en celdas separadas, incluso en los centros de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE). Hay miles de ‘norteños’ y la mayoría están establecidos en California, Texas y Arizona. En Utah se comenzó a documentar su presencia en los años ochenta; solo en Salt Lake City hay unas 10 clicas.
“Carteles domésticos”
Al periodista inglés Ioan Grillo, experto en narcotráfico, no le sorprende que los Norteños ahora estén con el CJNG. Lo entiende como el fin de un acuerdo criminal que depende de detenciones y muertes, pero también del precio que fija quien suministra la droga. Explica que esto sucede en Estados Unidos sin que haya consecuencias para la pandilla, ya que los carteles prefieren mantener un bajo perfil.
“Puede ser que una célula del Cartel de Sinaloa está en tal pueblo y luego detienen a los miembros. Entonces la pandilla le compra a otro cartel que está vendiendo ahí. O puede ser que cambian por otro cartel que entra y les ofrece la droga más barata. Es una cuestión de negocios. Son narco-empresarios y ellos buscan quién les da una mejor oferta”, expone Grillo.
Los carteles mexicanos dependen tanto de las pandillas estadounidenses, como de los sicarios que protegen sus territorios en México y de los funcionarios corruptos que están en su nómina. Son estos los narcomenudistas, el último eslabón en una larga cadena de distribución que comienza con productores de cocaína en la selva colombiana, cultivadores de amapola en la sierra de Guerrero o fabricantes de drogas sintéticas en laboratorios clandestinos en las montañas de Sinaloa.
“Hay pandilleros involucrados en el narcomenudeo y traficantes en México que se dedican a importar drogas a Estados Unidos desde hace muchos años, incluso antes de que se formaran los carteles”, señala Grillo. “Los carteles se enfocan en mover toneladas de drogas y no les importa quién las vende. Mientras que los pandilleros controlan territorios y pueden ofrecerla al menudeo en las calles”.
Por ese dominio territorial y mercantil en manos de algunas pandillas grandes, Polo Ortiz, director de la DEA en Phoenix, Arizona, cree que ya se les puede considerar “carteles domésticos”, lo cual rompe con el discurso oficial de que el principal enemigo en la guerra contra las drogas son organizaciones de traficantes cuyos jefes son extranjeros y que tienen distribuidores en el interior del país.
“Estas organizaciones que controlan las ciudades y poblaciones como Los Ángeles, Nueva York o Chicago son pandillas que dominan las áreas donde se venden y distribuyen las drogas... Por ejemplo, en el centro de Los Ángeles la gente adicta que busca crack o metanfetamina las adquiere de los 'cárteles domésticos'”, dijo Ruiz en una entrevista con la revista Proceso en febrero de 2020.
Para este funcionario, las bandas de motociclistas Hells Angels y Los Bandidos, que por años les han comprado narcóticos a los carteles mexicanos, están en esa categoría.
Otro funcionario estadounidense, Paul Davis, supervisor del Buró Federal de Investigaciones (FBI) en El Paso, Texas, declaró en abril que los carteles siguen reclutando pandilleros en cárceles estatales y federales para distribuir drogas, traficar armas de fuego y, en caso de que estén esperando su expulsados del país por ser indocumentados, sumarlos a sus comandos de pistoleros en México.
“Cuando (los narcos) están en prisión les gusta reclutarlos (a los pandilleros) y si saben que los van a deportar los obligan a entrar (al cartel) una vez que los deportan. Saben en qué lugar, en qué estación de autobuses van a estar, y esperan que sean miembros activos" de inmediato, dijo Davis al canal WPRI.
Grillo, autor de varios libros sobre narcotráfico, afirma que de esa manera la pandilla Barrio Azteca terminó en las filas de la organización que fundó el fallecido Amado Carrillo Fuentes, mejor conocido como ‘El Señor de los Cielos’. “Se formó en las cárceles de Texas, con pandilleros presos de El Paso y de Ciudad Juárez. Cuando los deportan, los pandilleros se incorporaron como parte del Cartel de Juárez”.
Alianzas en ciudades de EEUU
En Texas, al menos 11 pandillas trabajan de cerca con dos carteles, el del Golfo y Los Zetas. "Las pandillas callejeras en general siguen siendo oportunistas y trabajarán con cualquier organización que les proporcione las mayores ganancias", indica un informe de la DEA citado por el medio San Antonio Express News.
Este reporte, según el mismo medio, advierte que las pandillas más peligrosas de Texas son Tango Blast, con unos 19,000 miembros; Texas Mexican Mafia, con alrededor de 4,100 integrantes; Latin Kings, con 1,300 afiliados; y la MS-13, que tendría unos 500 ‘mareros’ en Texas.
En su análisis más reciente sobre el contrabando de drogas, la DEA asegura que las pandillas más grandes “operan en todo el país para buscar poder, ganancias financieras y expansión de los territorios del narcotráfico”.
Indica que, en Atlanta, Georgia, las pandillas Sureños 13 y Goodfella trabajan con carteles mexicanos para vender metanfetamina, heroína y marihuana. Por su parte, en Dallas, Texas, las bandas hispanas que operan en el área de Tyler tienen un “suministro de narcóticos directo y estable” del narco.
Lo mismo ocurre en Michigan y Ohio, donde los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación son el principal suministro de cocaína, metanfetamina y heroína, que envían a esa región en vehículos, camiones y paquetería. Allí las bandas más temidas son la MS-13, Bloods y Crips.
En Los Ángeles, considerada la capital mundial de las pandillas, es la Mafia Mexicana la que se encarga de controlar ese negocio ilícito a través de acuerdos flexibles con traficantes del vecino país.
“Los miembros de la Mafia Mexicana históricamente han desarrollado relaciones comerciales con las principales organizaciones de tráfico de drogas, como el Cartel de Sinaloa y CJNG. Las pandillas callejeras, como Crips, Bloods, Florencia-13, MS-13 y Barrio 18 han formado alianzas comerciales trabajando en conjunto con la Mafia Mexicana y carteles mexicanos”, destaca la DEA.
Como conclusión, la DEA subraya que mientras sea alta la demanda de drogas en Estados Unidos, el narcotráfico será la principal fuente de ingresos de las pandillas. Advierte que la violencia aumentaría si estos grupos “se enfrenten brutalmente en su búsqueda por controlar los territorios más grandes y lucrativos”.
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