Santos Orellana Hernández, un inmigrante hondureño que se estaba divorciando en Texas, le ofreció 8,000 dólares a un sujeto en su país natal para que asesinara a la madre y el tío de su expareja, pero no contaba con que el sicario se arrepintiera y le contara todo al Buró Federal de Investigaciones (FBI).
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