Su familia lo invitó a cenar y él los asesinó a todos frente a su novia
La masacre ocurrió en Chicago, Illinois, la noche del 6 de febrero de 2016. Diego Uribe, de 28 años, y su novia Jafeth Ramos, de 25, regresaban de una clínica médica cuando este manejó a la casa de su tía y prometió volver “con algo de dinero”. Los recibieron con amabilidad y los invitaron a cenar, pero él mató a seis miembros de su familia a balazos, puñaladas y golpes, según los fiscales.
“Solo quiero vivir”, imploró uno de los niños cuando lo apuñalaba Uribe, relató Ramos en el juicio de su expareja en octubre. Ella observó atónita los seis asesinatos, uno tras otro, sin intervenir, confesó.
La joven se había declaró culpable de un cargo de robo a mano armada, aceptó cooperar con los fiscales estatales y testificó contra Ramos buscando una sentencia reducida. Esta semana, un juez le impuso una condena de 25 años de cárcel y consideró los más de seis años que ha estado detenida.
Una serie de crímenes
Estos crímenes se derivaron de un robo que Uribe cometió contra su tía María Martínez, de 32 años, en su domicilio ubicado en la cuadra 5700 al sur de la avenida California, en Gage Park. Le pidió hablar con ella en un dormitorio en la segunda planta y allí le apuntó con un arma y le pidió dinero.
Su familiar pensó que era una broma, pero al darse cuenta de que hablaba en serio agarró la pistola y forcejearon. “Uribe luego le disparó en la frente y varias veces más”, relató Ramos, de acuerdo con el diario Chicago Sun-Times.
Al escuchar los tiros, el hermano de Martínez, Noe Jr, de 38 años, trató de subir la escalera y Uribe lo golpeó con la pistola haciéndolo caer al suelo. Luego hundió su rodilla en la garganta de su víctima hasta que le quitó la vida.
A la madre de los dos, Rosaura Martínez, de 58 años, la empujó por las escaleras y la apuñaló.
Lo mismo hizo con sus sobrinos Alexis y Leonardo Cruz, de 10 y 13 años.
Y se quedaron en la casa hasta que llegó Noé Martinez Sr, de 62 años, con la cena para la familia. Apenas ingresó a la vivienda, Uribe lo mató.
Ramos admitió en la corte que no trató de irse ni llamó a la policía.
La evidencia que los fiscales presentaron en el juicio de Uribe, que duró una semana, fueron análisis de ADN y registros telefónicos que confirmaron que él estuvo en la casa durante los asesinatos.
Una de las líneas de investigación que de inmediato formularon detectives de la Policía de Chicago fue que las víctimas conocían al asesino, pues no estaban amarradas.
“La razón por la que esto pasó es por la confianza. Debido a que él era familia pudo hacer eso”, dijo el fiscal adjunto del estado, Patrick Waller, durante los argumentos finales. "Nunca va a tener perfecto sentido lógico, pero la conclusión es que quería dinero".
El funcionario abundó que el atraco “se salió de control” y se tornó en una masacre.
Los abogados defensores de Uribe argumentaron que su cliente no pudo haber matado a seis familiares sin que ninguno hubiera llamado al 911. Al inicio del juicio plantearon la teoría de que “cuatro hombres enmascarados” fueron los responsables, pero jamás pudieron verificarlo.
El jurado deliberó durante diez horas y lo declaró culpable de seis cargos de asesinato. A principios de noviembre un juez lo condenó a pasar el resto de su vida en la cárcel.
En su testimonio, que duró dos horas, Ramos aceptó que hizo un trato con el gobierno esperando reunirse algún día con su hijo, que era pequeño cuando la arrestaran en mayo de 2016.
La Fiscalía estatal subraya que la colaboración de esta joven fue esencial para la condena contra Uribe.
En su audiencia condenatoria ella se negó a dar una declaración y, según The Chicago Sun-Times, mientras la devolvían a su celda hizo una forma de corazón con sus manos para sus familiares.