¿Puede Google crear un ejemplo de urbanismo en San José?

San José es una metrópolis bendecida por su estupendo clima, sus hermosos ambientes naturales, su proximidad a algunas de las más exitosas compañías del mundo, y quizád, también, por tener la atmósfera más urbana y transitable de las comunidades del Área de la Bahía, al sur de San Francisco. Hogar de más de un millón de personas, es la tercera ciudad más grande de California, por detrás únicamente de Los Ángeles y San Diego, y la décima en Estados Unidos. Como las empresas tecnológicas se interesan cada vez más por ubicarse en las áreas metropolitanas a fin de atraer talento, San José se ha apreciado, con compañías como Adobe y Samsung expandiéndose en la zona.
Mientras las miradas de los urbanistas se han focalizado en la tan comentada segunda sede de Amazon, otro gigante de la tecnología, Google, se ha propuesto construir un inmenso campus en el centro de San José. Quedará enclavado en la enormidad de un terreno desocupado y contiguo a la estación Diridon. Al mismo tiempo, se ha informado que podría recibir hasta unos 20,000 empleados, dispersos en unos 8 millones de pies cuadrados de espacios de oficinas. Poniéndolo en contexto, recordemos que la actual sede principal de la compañía, el llamado Googleplex, en Mountain View, contiene solo 3.1 millones de pies cuadrados.
Mientras la ciudad y la compañía negocian un acuerdo, algunos grupos comunitarios ya han comenzado a abogar por un convenio que beneficie no solo a Google y sus muy bien remunerados trabajadores, sino también a la ciudad y sus residentes. Pero San José no es Palo Alto ni Mountain View: es mucho más diversa, tanto racial como socioeconómicamente. Y es acosada, tanto como cualquier otra urbe, por los problemas distintivos de la crisis urbana actual: los exorbitantes precios de la vivienda, las soporíferas tandas del tráfico y la severa desigualdad racial y económica.
Conforme Google avanza en su proyecto, en sus manos está la posibilidad de configurar un nuevo modelo urbano para San José, uno más inclusivo y alimentado, desde luego, por el desarrollo tecnológico. Hacerlo le reportaría beneficios a la propia empresa. Su reputación está sufriendo, ya que tanto ella como otras compañías están siendo tildadas de monopolísticas, incluso de empresas explotadoras y sin demasiado compromiso hacia sus comunidades. Apenas unos años atrás, el mayor problema de la marca eran las protestas locales contra los autobuses de Google. Hoy día, en cambio, está lidiando con una investigación del Congreso y una desconfianza pública generalizada. De ahí que invertir en una prosperidad más inclusiva en San José pudiera ayudar a Google a apuntalar su imagen y su prestigio, puestos ambos en entredicho.
La ciudad, entretanto, no debería pedir menos. Si bien San José puede ciertamente valerse de los nuevos empleos y la inversión, el gobierno local debería mantenerse firme y demandar un acuerdo justo y previsor que coloque las necesidades de la ciudad como prioridades. Después de todo, se trata de uno de los pocos sitios urbanos con servicios de transporte público en la región a los que Google, u otra compañía tecnológica cualquiera, con ese propósito, puede ir.
Pero, ¿de qué manera puede Google ser un ‘buen vecino’ de las personas en San José?
Primeramente, su campus debiera ser tan diferente de la nueva ‘nave espacial’ de Apple como sea posible. De hecho, en lugar de ser un campus per se, Google debería diseñar en detalle un vecindario multipropósitos, con pasillos entre edificios y varios espacios públicos. Debería sacar ventaja de la céntrica ubicación, enfatizando en el transporte público, la transitabilidad, la circulación de bicicletas y reduciendo, al mínimo posible, el estacionamiento de autos. Pero estas no son decisiones fáciles de tomar, lo cual se ha dejado entrever durante las primeras discusiones.
Donde Google pudiera realmente ser un pionero sería construyendo un volumen de viviendas acorde con el número de nuevos empleos que ofrecerá en San José. Como las viviendas son tan difíciles de construir en California, no se puede esperar que el mercado acoja de repente a 20,000 trabajadores pudientes. Levantar un extenso número de unidades de vivienda de conjunto con la construcción de oficinas no solo evitaría una conmoción mayor en el mercado inmobiliario, sino que también mejoraría la experiencia del nuevo barrio, daría un espaldarazo a los negocios del centro de la urbe y contribuiría a impulsar el uso del transporte público.
Un porcentaje significativo de estas unidades de vivienda deberían estar por debajo del precio de mercado. El equipo de béisbol San Francisco Giants estableció un mejor estándar en el Área de la Bahía cuando acordó hacer asequible un 40% de las unidades en su proyecto de Mission Rock. Google y Trammell Crow, su colaborador de bienes raíces, deberían apuntar a esto. Quizás Google pudiera apartar una porción de estas unidades bajo el argumento ‘viviendas para la fuerza de trabajo’, favoreciendo con ellas a profesores, bomberos, y policías. A su vez, también pudiera crear viviendas para su propio personal de servicio, incluyendo al personal de las cafeterías y de seguridad –y cuando ya estén ahí, podrían recibir un salario mínimo.
Los desafíos de vivienda en San José están, por supuesto, estrechamente relacionados con los de transporte. La estación Diridon, ubicada justo al lado del proyectado campus, viene a ser aquí el gran problema ignorado. Funcionarios estatales y de la ciudad tienen grandes planes para la estación, ‘ la estación Grand Central de Oeste’, por la cual pasará, eventualmente, el tren de alta velocidad y el BART (Metro de San Francisco), así como servicios de Caltrain y VTA. El problema con estos planes es que nadie sabe cómo serán financiados.
Desarrollar un mecanismo financiero para que Google contribuya a la reconstrucción de Diridon será, por decir lo menos, bastante complicado. Pero ello debería ser parte de la conversación acerca del nuevo campus. Por ahí la ciudad pudiera crear un impuesto especial sobre la propiedad de terrenos adyacentes a Diridon. O, tal vez, el acuerdo de beneficios comunitarios con Google pudiera incluir un compromiso sustancial con el mejoramiento del transporte público.
Sin importar cómo se dé, Google debiera ser el primer interesado en hacer de la estación Diridon el gran núcleo de transporte multimodal que está llamado a ser. El acceso al BART, por otro lado, podría simplificar radicalmente los viajes diarios de la comunidad de Google y el tren de gran velocidad permitiría a los ejecutivos asistir a reuniones en San Francisco y Los Ángeles. Transformar la estación en un ícono contemporáneo significaría el ascenso de San José a la categoría de ciudad del siglo XXI, algo con lo que Google está claramente interesado en que lo asocien.
Con Trump de presidente y los republicanos en poder de ambas cámaras del Congreso, San José y el resto del Área de la Bahía no pueden esperar por que el gobierno federal los ayude con sus agendas urbanas progresistas. La otra cara de esta triste realidad es que los estadounidenses han de esperar por otras instituciones para que resuelvan los problemas públicos y muestren sus verdaderas intenciones.
¿Deberían las compañías tecnológicas del Área de la Bahía, teóricamente progresistas, preocuparse por hacer de nuestras comunidades y nuestro mundo un mejor lugar? ¿O son solo oportunistas que sacan provecho, implacablemente, de donde puedan, y nos dejan al resto lidiando con las consecuencias? En San José, sabremos de qué está hecho Google.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.