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The Umbrella Academy en Netflix: una familia disfuncional de superhéroes, como los Tenenbaum pero con poderes

Publicado 20 Feb 2019 – 09:50 AM EST | Actualizado 4 Mar 2019 – 01:48 PM EST
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The Umbrella Academy (2019), la nueva serie de Netflix estrenada el pasado 15 de febrero, es una más de las adaptaciones de cómics a las que, para bien o para mal, el servicio de streaming nos tiene acostumbrados.

Basada en una novela gráfica que inició en el 2007 –escrita por Gerard Way, ilustrada por Gabriel Bá, editada por Dark Horse y ganadora de un premio Eisner a la mejor serie limitada–, sigue las vivencias de una familia disfuncional de superhéroes, quienes crecieron juntos en la Academia Umbrella.

Los personajes y el inicio de todo

El primero de octubre del año 1989, se suceden en todo el mundo 43 nacimientos espontáneos. Todos los bebés comparten una misma e inusual característica: al comienzo del día, sus madres no estaban embarazadas. De todos los bebés que sobrevivieron, solo siete fueron localizados y adoptados por Sir Reginald Hargreeves ( Colm Feore), un científico millonario, excéntrico y obsesivo que, al igual que como sucedería con los objetos de un experimento, les asigna a los bebés un número como nombre y comienza a entrenarlos para determinar, explorar y perfeccionar las extrañas habilidades con las que nacieron.

  • Número 1 (Tom Hopper), posee fuerza y agilidad sobrehumanas.
  • Número 2 (David Castañeda), tiene una gran destreza para lanzar cuchillos.
  • Número 3 (Emmy Raver-Lampman), puede sugestionar a las personas con sus palabras.
  • Número 4 (Robert Sheehan), puede ver y comunicarse con los muertos.
  • Número 5 (Aidan Gallagher), puede teletransportarse y saltar en el tiempo.
  • Número 6 (Justin H. Min), posee una criatura monstruosa viviendo bajo su piel.
  • Número 7 (Ellen Page), la única integrante de la Academia sin aparentes habilidades.

En los primeros minutos del primer episodio, se puede observar cómo es que los integrantes de la Academia Umbrella se volvieron muy populares durante los 90 por enfrentar criminales. Pero tras la desaparición de Número 5 y al enfrentar la realidad que su padre es una persona fría y distante que jamás les demostró afecto o pareció interesarse verdaderamente por ellos, deciden adoptar nombres propios en señal de rebeldía.

Todo empeora cuando Ben (Número 6) muere, lo que lleva al resto de sus hermanos a abandonar la Academia y seguir sus propias vidas.

Luther (Número 1) ahora es un astronauta que pasó cuatro años en la luna, por lo que siempre esta solo. Diego (Número 2) se ha convertido en un vigilante enmascarado que vive en un gimnasio donde trabaja como encargado de la limpieza. Allison (Número 3) es una famosa actriz que está pasando por un feo divorcio donde perdió la custodia de su hija. Klaus (Número 4) es un drogadicto que vive entrando y saliendo de rehabilitación; y Vanya (Número 7) es una violinista poco exitosa, despreciada por sus hermanos por haber expuesto sus vidas y dramas familiares en una autobiografía que fue un furor pasajero. Los cinco hermanos deben volver a reunirse y dejar de lado sus rencores para asistir al funeral de Sir Reginald.

Esto demuestra que, a pesar de su crianza privilegiada o sus poderes, los miembros de la Academia son tan tristes y miserables como cualquier persona normal. Lo cual expone el gran trabajo de Steve Blackman, guionista y creador de la serie, a la hora de construir a sus personajes.

Un mundo de locura y rareza sin fin

El cómic original, escrito por Gerard Way –quien señala a la Doom Patrol de Grant Morrison como una de sus principales inspiraciones–, se caracteriza por ser muy ecléctico y extraño. Esto no es solo a nivel visual, donde el arte del brasilero Gabriel Bá por momentos recuerda al trazo siniestro y bello a la vez de Mike Mignola (creador de Hellboy), sino porque presenta un mundo plagado de adelantos tecnológicos y ambigüedad en la moda que hace difícil determinar qué periodo de tiempo es.

En este mundo, la sociedad acepta –e incluso festeja– que un millonario convierta a sus hijos adoptivos en superhéroes, quienes tienen que enfrentar rarezas como una torre Eiffel enloquecida, o un doctor que alimenta con carne humana a su cáncer para evitar morir; donde los mismos niños superhéroes fueron criados conjuntamente por Grace ( Jordan Claire Robbins), un androide programado para tratarlos como sus hijos, y Mr. Pogo ( Adam Godley), un chimpancé superinteligente que sirve como el mayordomo de la Academia Umbrella.

En resumen, el cómic es un desfile insólito y grotesco, con una lógica propia que es forzada en el lector. Ese es el principal encanto de la obra, que transmite la sensación de comenzar por la mitad y uno tiene que apresurarse para conocer a los protagonistas, los cuales son presentados por medio de insinuaciones o detalles como los encabezados de un periódico.

La serie –que incluye elementos de Apocalypse Suite y Dallas, las dos primeras colecciones del cómic original– diluye ese aspecto inaudito que hace al cómic. Muchos de los personajes –principales, antagónicos y secundarios– buscan tener un trasfondo y personalidad más elaborados, con sus deseos y sueños propios, como es el caso de Hazel ( Cameron Britton) y Cha-Cha ( Mary J. Blige), los asesinos que persiguen a Número 5 cuando éste regresa a su propia línea de tiempo junto a sus hermanos, para tratar de detener el apocalipsis.

Todo esto conlleva a que la serie presente el mismo factor que se puede ver en cualquiera programa que adapta un cómic: el hecho de dilatar la trama, extenderla lo más que se pueda a fin de alcanzar los 10 episodios mínimos para una temporada. Por un lado, y en el caso puntual de The Umbrella Academy, esto sirvió para convertir varios de los aspectos «extraños» del cómic, en un giro o revelación dentro de la trama de la serie, lo que ayuda a que el espectador que no conozca el cómic vaya interiorizándose en el «tipo» de relato que le están presentando.

Pero si se es un lector de la obra de Gerard Way, se pueden apreciar (o no) estos guiños, pero a la postre la convierten en una serie un tanto predecible que concluye con un ineludible cliffhanger (una obvia maniobra para mantener a la audiencia cautiva) que deja gusto a poco y que, aunque no con exactitud, se puede prever desde el segundo episodio.

Pero no todo es malo. La serie cumple varios aspectos de manera más que genial, desde las actuaciones como la de Robert Sheehan que, en su papel de Klaus (Número 4), nos recuerda a su Nathan de Misfits (2009); la personificación de cada uno de los miembros de la Academia, principalmente Mr. Pogo; la puesta en escena, que recuerda a directores como Wes Anderson; y la genial banda sonora.

La serie tiene un carácter propio que presenta y cubre aspectos inexplorados de forma interesante; sumado a la estética ecléctica y siniestra, que parece estar poniéndose de moda tras el éxito de Titans (2018), lo convierten en un programa que tiene sus buenos momentos, y vale la pena echarle una mirada.

¿Ya has visto la primera temporada de The Umbrella Academy? ¿Qué piensas de ella?

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