Cuando el
covid-19 comenzó a golpear con fuerza los teatros cerraron y Ever se quedó sin trabajo y desesperado. No tuvo más remedio que abandonar sus sueños en la danza
y salir a vender helados con sus pequeños hijos para poder mantener a la familia.
Con 28 años cumplidos y con sus sueños siempre a flor de piel, el guatemalteco Ever Nicolau tomó la decisión de interrumpir su carrera como bailarín de danza clásica y contemporánea -orillado por los estragos de la pandemia del
coronavirus-
para encontrar cualquier forma de llevarle de comer a sus tres hijos pequeños.
Con los teatros cerrados y sin posibilidad de participar dentro de la compañía de Danza de la Municipalidad de Ciudad
Guatemala, Nicolau
encontró en una carretilla de helados la forma de poder alimentar a su familia en tiempos convulsos. Así, con el ímpetu intacto, tomó a sus hijos Leonardo y Diego -de 2 y 3 años, respectivamente- y salió con ellos a la calle para vender.
Sin embargo, aunque la carretilla ha logrado darle respiro a la difícil situación que vive su
familia,
Nicolau no puede evitar romperse un poco al rememorar lo duro que ha sido el camino que ha tenido que recorrer durante todo este tiempo.
La misma angustia la muestra su esposa Ilsi Galdámez, quien no olvida todo el tiempo en el que no había
dinero para poder comer.
“Nos ha costado mucho trabajo”, dice.
Por eso, el joven siempre aprovecha cualquier tiempo libre que su nuevo
trabajo le deja para entrenar y mantenerse en forma,
con la única finalidad de estar listo cuando el futuro prometedor que la vida le debe, se pose frente a él.