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“La tierra es plana”: la teoría que nos devuelve 15 siglos

Según esta hipótesis no existe la gravedad, el planeta no gira alrededor del sol y su superficie es parecida a la de un disco. Niega los principios más elementales con los que entendemos por qué el mundo es como es, pero tuvo un auge reciente de alcances inusitados. Este es su origen.
2 May 2021 – 10:07 AM EDT
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La de los terraplanistas es la más anticientífica de las teorías de conspiración Crédito: Arte: Arlene Fioravanti

Si usted no los conoce puede que sus propuestas le parezcan una broma. Pero nada más lejano. Ellos son inequívocos. Afirman haber descubierto un gran engaño y no están dispuestos a seguirlo tolerando. Estados, instituciones científicas y hasta la NASA han formado parte del complot. Y, una vez más, ha llegado la oportunidad de denunciarlo: “La Tierra nunca ha sido esférica, ni - mucho menos - tiene movimiento alguno. Vivimos en un mundo plano y estático”.

Los grupos que tenían esta creencia siempre existieron, pero ahora con las redes se nutren y retroalimentan con libros, infografías, videos y teorías que les reafirman la misma tesis: el planeta en que vivimos es como una platabanda que no gravita en ninguna dirección. No existen las órbitas ni hay anversos (noche de un lado, día del otro). La existencia ocurre en una especie de alfombra mágica, pero que, a diferencia de la de los mitos árabes, no vuela.

El movimiento que señala que a contrapelo de lo que los grandes poderes nos han hecho creer, el planeta es llano, se hace llamar La Sociedad de la Tierra Plana, y argumenta que el mundo en el que vivimos es un disco centrado en el Polo Norte y rodeado de un muro de hielo de 45 metros de altura como límite exterior. ¿No es alucinante?

La imaginería británica

Elaborada a principios del siglo XIX por Samuel Birley Rowbotham, un inventor inglés, las premisas del Birley se basaban en pasajes de la Biblia. La teoría llegó a Illinois, Estados Unidos, en 1942, promovida por la Iglesia Cristiana. Pero no fue sino hasta 1956 que se fundó la Sociedad Internacional de la Tierra Plana, que para su apogeo llegó a tener más de 3,000 miembros.

La comunidad científica asume que la Tierra es redonda desde el siglo VI, es decir, hace aproximadamente 1,500 años. Sin embargo, en la era de las redes sociales, la información ha encontrado una competencia inusitada: la desinformación.

Si busca los grupos de terraplanistas en Facebook encontrará más detalles sobre sus activistas actuales: comparan a la Tierra con la forma de un CD, despotrican de la NASA (los acusan de esconder y tergiversar información), hablan de la vida en Marte y otras originales y no tan originales afirmaciones.

La teoría tiene proyecciones pseudocientíficas. Afirman, por ejemplo, que tenemos 43,000 kilómetros de diámetro y 9,000 kilómetros de profundidad.

Respecto a la foto que en 1968 tomó el Apollo 8 desde la cual se veía por primera vez a la Tierra en todo su esplendor esférico, los terraplanistas aducen que se trata de “fotos falsas”, como explicó a la BBC John Davis, uno de los teóricos del movimiento: “Las agencias espaciales forman todas parte de un complot”.

El revival

Pero el renacimiento de los Terraplanistas tuvo un nuevo auge con el periodo en el poder de Donald Trump, en el que todo tipo de cultura anti-institucional recobró un fuego que, al menos en Estados Unidos, no había estado tan candente en décadas. O, quizás, ¿nunca antes?

No es casualidad. A decir del periodista y analista John Lee Anderson, uno de los estelares colaboradores de The New Yorker -una de las revistas más respetadas de Occidente-, bajo mandatos como los de Trump (incluye a Bolsonaro en su afirmación), buena parte de los rasgos primitivos de las poblaciones salen a flote y crecen porque se trata de líderes “que niegan la ciencia y solo se ocupan de sí mismos”.

De hecho, todo tipo de grupos negacionistas de los paradigmas más evolucionados de las sociedades liberales actuales (la igualdad, la ciencia, la solidaridad) alzaron de nuevo su voz como si de la Edad Media se tratara, no sólo dejando a un lado la vergüenza de promover sus valores, sino encendiendo a su paso el fervor de otros que, en su ignorancia o ingenuidad, dieron sus ideas por ciertas. Hablamos de movimientos como el supremacismo blanco, el chauvinismo o la homofobia, que encontraron un nuevo e inesperado esplendor en pleno desarrollo del siglo XXI.

A todos ellos, el liderazgo en el poder no sólo no los condenó, sino que los legitimó e, incluso, en algunos casos, los defendió. Llegó a decirse que Donald Trump había dicho que él mismo era terraplanista y que de los terraplanistas consideraba que eran “gente que ama mucho a nuestro país”, pero luego se verificó que se trataba de una falsa proclamación.

Pero no por eso el terraplanismo no ha tenido una asombrosa y peligrosa propagación. En 2018, un estudio de Yougov advertía que sólo el 66% de la generación millennial (nacidos entre 1981 y 1996) estadounidense creía que la Tierra era esférica. Y en el mismo estudio se revela que creencias como esa están fuertemente asociadas a personas que dicen definirse como muy religiosas, por lo que estamos hablando de una era en la que las creencias (sean de la índole que sea) han tendido a sustituir a los hechos científicos.

Desprestigiados

Entre las pruebas que los terraplanistas exponen se encuentra que no es visible una curvatura en el horizonte y que el agua, que se nivela en mares y lagos, no muestra forma circular. El filósofo austríaco Karl Popper decía que “puedes pasarte la vida viendo gansos grises y por eso pensar que todos los gansos son grises”, para señalar a quienes usan entre sus argumentos lo que los especialistas en Lógica llaman “falacias de conclusiones irrelevantes”, deduciendo una afirmación de otra, sin que entre ellas aguarde una relación directa.

A pesar de su aterrador surgimiento, el movimiento terraplanista, no obstante, es uno de los movimientos que abandera teorías de conspiración recientes con menos sustancia probable en el mundo de las ciencias. Para algunos, su sola existencia es irrespetuosa de siglos de investigación y sacrificio para comprender lo que hasta ahora se sabe del planeta y el universo. Y muchos se lo toman como una afrenta.

En 2009, Mike Massimino, un profesor de la Universidad de Columbia y astronauta de la NASA, después de viajar tres veces al espacio y hacer dos caminatas espaciales que sumaron 14 horas, perdió la paciencia estando ya de vuelta en el planeta y escribió un tweet tan sonado que aún hoy todavía se menciona: “Deberían regresar a primaria y preguntarles a sus profesores qué pasó”, afirmó.“No los entiendo, debe haberse perdido algo”, dijo el neoyorkino. “Pido que un maestro de Ciencias hable con ellos”, añadió.

Pero las creencias son tercas. Y aunque el mundo se convenció hace ya más de 15 siglos de que el lugar en el que habitamos es esférico y orbita alrededor del sol, aún hoy en pleno año 2021 hay algunos que creen que estamos en realidad sobre una plataforma circular.

Algunas de las negaciones que suponen los teóricos de la Tierra Plana son:

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