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Frontera EEUU México

Las estrictas políticas de control fronterizo ponen a los migrantes en peligro. El Título 42 no es la excepción

En el año fiscal 2020, los encuentros fronterizos se redujeron a la mitad, mientras que la proporción de rescates se duplicó. Expertos y grupos humanitarios culpan a una medida de Trump que continúa en vigencia.
3 Jun 2021 – 06:11 PM EDT
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Inmigrantes cruzando el desierto en la frontera con Estados Unidos. Crédito: Getty Images

* Ariel Goodman y Fernanda Echavarri contribuyeron a este reportaje


Los migrantes fueron encontrados luego de andar perdidos en el desierto, escondidos bajo rocas en las montañas y atrapados por las fuertes mareas del Río Grande. Algunos estaban agotados por el gran calor de 115 grados Fahrenheit (46ºC), mientras que otros casi mueren de hipotermia. En Laredo, Texas, se encontró a una mujer que estaba perdiendo el conocimiento por la deshidratación. En las montañas Jacumba del sur de California, un hombre con un tobillo fracturado tuvo que ser cargado en una canasta de basura para sacarlo de ese terreno infranqueable. En Arizona, se encontró a dos personas muertas en el desierto con la palabra "HELP" ("AYUDA") escrita en el suelo.

Estos son tan solo algunos de los tantos informes sobre operaciones de búsqueda y rescate de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (U.S. Customs and Border Protection, o CBP, por sus siglas en inglés) durante 2020, que permiten vislumbrar una región fronteriza cada vez más peligrosa, y muchas veces mortal, para los migrantes con el paso de los años.

Hay nuevos datos y análisis de The Marshall Project y Mother Jones que demuestran que, si bien el número de encuentros entre migrantes y autoridades en la frontera se ha reducido a la mitad durante el año fiscal 2020 en comparación con el año anterior, la proporción de encuentros que han requerido de una operación de rescate se duplicó hasta llegar a la cantidad más alta en al menos una década. La proporción de muertes también casi se duplicó durante ese mismo período, elevando el número de migrantes que fueron encontrados muertos de 35 a 62 por cada 100,000 migrantes detectados.

El factor clave parece ser que, desde el inicio de la pandemia, EE.UU. prácticamente ha cerrado la frontera sur, para hacer cumplir un código de salud pública que le permite al gobierno negar la entrada al país a aquellos que no son ciudadanos como respuesta a una amenaza de enfermedad contagiosa que viene del extranjero.

El Título 42 y sus efectos

En marzo de 2020, el ex presidente Donald Trump invocó esta disposición tan poco utilizada, conocida como Título 42, por medio de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, o CDC, por sus siglas en inglés) para prevenir la propagación del coronavirus, a pesar del rechazo de los propios científicos de la agencia.

Antes de aplicar el Título 42, a los migrantes que llegaban a la frontera y declaraban tener miedo de regresar a sus países de origen se les hacía una evaluación para determinar si tenían una base legal para solicitar asilo en los Estados Unidos. Ahora, la mayoría de los migrantes y quienes solicitan asilo están siendo expulsados de regreso a México o deportados a sus países de origen sin tener la oportunidad de buscar protección.

La medida (Título 42), que el presidente Biden ha mantenido en vigor hasta ahora, ha resultado en cientos de miles de expulsiones inmediatas. Debido a que estas expulsiones no resultan en una acusación por reingreso ilegal, los migrantes están intentando cruzar repetidamente, buscando áreas más remotas y peligrosas a lo largo de la frontera. Los grupos de ayuda humanitaria dicen que estos esfuerzos para evitar ser detectados, y así evitar una expulsión casi segura, aumentan las posibilidades de que los migrantes necesiten ser rescatados e incluso resultan en riesgo de muerte.

“Aunque [los migrantes] están escapando de situaciones horribles, lo que encuentran en las zonas fronterizas es igualmente cruel”, dice el pastor Randy Mayer, fundador del grupo humanitario Green Valley-Sahuarita Samaritans, con sede en Arizona. “La gente está tomando más riesgos. Hemos visto esto en los últimos 25 años, pero definitivamente en este momento están viéndose obligados a enfrentar situaciones aún más difíciles".

El pastor Mayer y los voluntarios de Green Valley-Sahuarita Samaritans salen a buscar a los migrantes perdidos en el desierto de Sonora o les dejan agua en el camino. Ellos descubrieron que después de la promulgación del Título 42, cuanto más se adentraban en las colinas del desierto, más evidencia de cruces de migrantes encontraban: envases de agua abiertos, botellas desechadas y pertenencias personales abandonadas.

Arizona no es el único lugar donde se hace notar la desesperación de los migrantes. Vicki Gaubeca, directora de la Coalición de Comunidades de la Frontera Sur (Southern Border Communities Coalition), que es una red de más de 60 organizaciones a lo largo de la frontera desde California hasta Texas, dice que en San Diego están “viendo un mayor número de personas en el mar y ahogándose, y más casos de personas que mueren al caer del muro fronterizo de 30 pies (10 metros)".

En una publicación reciente de su blog, Gaubeca responsabilizó al Título 42 por la muerte de tres migrantes que viajaban en un bote que se hundió cerca de Point Loma, en San Diego, dejando, además, a docenas de personas heridas. Ese fatal accidente ocurrió a pocos días luego de que CBP intensificara la aplicación de la medida (Título 42) a lo largo de esa costa, en respuesta a más cruces por vía marítima, que han pasado a ser "de riesgosos a trágicos" en el último año.

"Pondría el Título 42 en un conjunto de medidas que están diseñadas para, en apariencia, mantener a las personas fuera y mantenerlas a salvo", dice Bradford Jones, profesor de ciencias políticas en la Universidad de California, Davis, "pero en realidad no resuelve ningún problema". Por el contrario, dice, crea incentivos para querer cruzar y "resultará en que más personas pierdan la vida".

Migrantes recurren a caminos y cruces más riesgosos

Si bien varios factores (como el despliegue de más agentes de la Patrulla Fronteriza, cambios operativos dentro de la agencia, las circunstancias en México y políticas
anteriores que restringen el acceso al asilo) podrían explicar parcialmente que haya más rescates, el Título 42 es, "con mucho, la mejor explicación", dice Aaron Reichlin-Melnick, asesor legal sobre políticas del Consejo Estadounidense de Inmigración (American Immigration Council). Incluso los funcionarios a cargo de la frontera han reconocido públicamente que el Título 42 está "motivando a algunos migrantes a usar repetidamente caminos o métodos riesgosos, para evitar el arresto". CBP también informó de un repunte en situaciones de búsqueda y rescate extremadamente riesgosos en toda la frontera suroeste" en el verano de 2020.

La agencia no respondió a las repetidas solicitudes para obtener comentarios sobre posibles explicaciones alternativas para el alto número de rescates del año fiscal pasado. A siete meses del año fiscal en curso, CBP ya ha informado sobre 5.787 rescates, 532 más que en todo el año fiscal anterior. Sin embargo, los encuentros fronterizos se han incrementado en los últimos meses, lo que podría explicar el aumento de los rescates.

Alan Bersin, el “zar de la frontera” del ex presidente Bill Clinton y comisionado de CBP durante el mandato del ex presidente Barack Obama, dijo que no hay duda de que el Título 42 ha motivado a los traficantes de seres humanos (”coyotes”) a llevar a los migrantes que "buscan medios alternativos" en rutas más peligrosas para ingresar al país, muchas veces con "consecuencias lamentables".

Los migrantes no solo han estado tomando rutas más peligrosas desde que se puso en efecto el Título 42, sino que las están intentando cruzar más de una vez. Desde que se promulgó la medida por primera vez, CBP ha realizado más de 730.000 expulsiones en la frontera sur, la mayoría de las cuales eran adultos solos que ya habían sido expulsados anteriormente. Entre marzo de 2020 y febrero de 2021, CBP estima que el 38% de todas las detenciones fueron a migrantes que ya habían cruzado al menos una vez antes, en comparación con el porcentaje de reincidencia en años fiscales anteriores, que varían entre el 7% y el 14%.

Después de que Biden asumió la presidencia, la agencia registró casi 290.000 expulsiones entre febrero y abril, casi el 40% de todas las expulsiones desde que se promulgó el Título 42. Pero hay algunas excepciones. En noviembre, una decisión de la corte bloqueó la aplicación de la medida (Título 42) para los menores no acompañados, después de que al menos 13.000 niños y adolescentes ya habían sido rechazados. Aunque una decisión posterior permitió que esa práctica continuara, Biden ha mantenido la exención que permite la entrada de menores no acompañados. A pesar que a muchas familias también se les ha permitido ingresar al país, en algunos casos, madres y padres desesperados envían a sus hijos e hijas solos al otro lado de la frontera, para que busquen asilo, y luego intentar unirse a ellos más tarde, tomando rutas más riesgosas alejados de los puertos de entrada.

Los intentos de cruzar varias veces aumentan la probabilidad de exponerse a lesiones o a la muerte. Pero quedarse en México tiene sus propios riesgos. Un informe reciente publicado por Human Rights First documentó más de 490 casos de ataques violentos y secuestros contra solicitantes de asilo que fueron expulsados a México bajo el Título 42.

Los expertos en inmigración y salud pública, incluyendo altos funcionarios de los CDC y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se han opuesto al Título 42, citando violaciones al proceso debido y la falta de justificación sobre la protección de salud pública para cerrar la frontera. A pesar de los muchos pedidos para que el gobierno de Biden anule la medida, el secretario del Departamento de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, insiste en que la orden es una herramienta de salud pública para proteger tanto a los estadounidenses como a los migrantes.

“No hay intención de usar la autoridad del Título 42 de los CDC por un día más de lo que requiere el imperativo de salud pública”, dijo Mayorkas en abril. Pero a medida que la pandemia disminuye en Estados Unidos, los críticos de tal política dicen que el gobierno la mantiene en vigor para tratar de gestionar las llegadas a la frontera y desviar las acusaciones políticamente cargadas en cuanto a tener las "fronteras abiertas".

La Casa Blanca no respondió a una solicitud de comentarios sobre por qué continúa manteniendo el uso del Título 42.

El uso del Título 42 es solo un capítulo en una larga historia de políticas de control fronterizo creadas para dificultar que los migrantes crucen la frontera. A partir de 1994, bajo la presidencia de Bill Clinton, el gobierno de Estados Unidos adoptó una estrategia de "prevención mediante la disuasión" para controlar la frontera. El objetivo era concentrar al personal a cargo de hacer que se cumpla ley, la infraestructura y la tecnología a lo largo de las rutas de migración tradicionales de mayor tráfico para canalizar a los migrantes hacia los terrenos más hostiles "menos adecuados para cruzar y más adecuados para el control de la frontera".

Según dos informes del Servicio de Inmigración y Naturalización, que fue el predecesor del DHS, el éxito de la estrategia se midió, en parte, por el número de muertes de migrantes, el aumento en las tarifas de los traficantes de personas y más quejas de grupos de activistas.

Jenn Budd, una ex agente de la Patrulla Fronteriza contratada en 1995, estuvo destacada en Campo, California, durante uno de los programas de Clinton conocido como Operación Guardián (Operation Gatekeeper). Budd recuerda que era usual encontrar migrantes muertos por congelamiento en invierno y otros sufriendo deshidratación e insolación cuando las temperaturas alcanzaban los 112 grados Fahrenheit (44ºC) durante el verano. “Eso es lo que hace la disuasión”, dice. “Te mata”.

“CBP ha contado con el desierto y los campos de exterminio para hacer el trabajo por ellos, para ser simplemente otra forma de control fronterizo, y una vez que haces eso, estás admitiendo tácitamente que vas a tolerar la muerte”, dice Jones. “La historia nos demuestra que un mayor nivel de control resulta en asumir mayores riesgos, y asumir mayores riesgos resulta en un aumento de las muertes. Es una ecuación simple. Ese es el legado ".

Décadas de investigación demuestran que la prevención por medio de políticas de disuasión ha resultado en un aumento de las muertes de migrantes y una "crisis de desapariciones". Desde 1998, se han encontrado alrededor de 8.000 migrantes muertos y al menos 5,500 personas han desaparecido en las montañas y desiertos de las zonas fronterizas, aunque los grupos humanitarios estiman que las cifras reales son mucho más altas.

CBP recién empezó a llevar un registro de muertes y rescates en 1998, el mismo año en que se creó la Unidad de Búsqueda, Trauma y Rescate de la Patrulla Fronteriza (BORSTAR, por sus siglas en inglés) "en respuesta al creciente número de lesiones de agentes de la Patrulla Fronteriza y muertes de migrantes". Los agentes de la unidad están especialmente entrenados para hacer trabajos de búsqueda y rescate y mejorar la seguridad de los migrantes en la frontera, pero solo representan una pequeña parte de la operación de la agencia.

Mientras tanto, los recursos para el control fronterizo han crecido constantemente. La cantidad de agentes de la Patrulla Fronteriza ha pasado de ser alrededor de 4.000 en 1994 a más de 19.000 agentes en el año fiscal 2020, y su presupuesto anual aumentó más de diez veces, a casi $4.9 mil millones, lo que la convierte en la agencia policial más grande del país.

Bersin, quien participó en la creación de BORSTAR, dice que actualmente existe una mayor tensión entre el control fronterizo y el humanitarismo en la frontera. Dice que un aumento sustancial de los recursos para los rescates induciría a los partidarios de la aplicación de la ley en la frontera a decir "estamos invitando a los traficantes de personas a que dejen a los migrantes en partes peligrosas del desierto para que BORSTAR pueda ir a buscarlos". Al mismo tiempo, Bersin dice que los defensores de los migrantes adoptan la posición de que “la incapacidad de BORSTAR para rescatar a todos los migrantes que se encuentran en peligro por los traficantes de personas es anti-humanitaria y hace que las consecuencias sean responsabilidad del gobierno. La polarización no es constructiva".

En nombre de la seguridad fronteriza, tanto los gobiernos republicanos como los demócratas han invertido en políticas que convierten la frontera en una zona militarizada y criminalizan a los migrantes. Bajo el mandato del ex presidente Bush, la Operación Streamline, que empezó en 2005, buscaba disuadir la migración con la amenaza de enjuiciamiento penal y posibles sentencias de prisión por entrada ilegal. Un año después, la Ley de Barreras Seguras autorizó la financiación de 700 millas de muros fronterizos y otras "barreras físicas" desde California hasta Texas. El presidente Obama también impuso penas más severas por la migración no autorizada y la ampliación de la detención familiar como estrategias de disuasión.

Trump llevó la lógica de la militarización y la disuasión aún más lejos con el muro fronterizo y políticas como la tolerancia cero y el programa Quédate en México (Remain in Mexico), que Biden anuló recientemente. Y, por supuesto, el Título 42, que Alyson Ball, presidente del Grupo de Inmigración Alliance4Action, describe como "prevención por medio de la disuasión versión 3.0".

A pesar de años de políticas que dificultan el cruce de la frontera, la migración no se ha detenido. "No se puede disuadir a la gente de que corra para salvar su vida", dice Budd. “Si ya no pueden conducir, saltarán, entrarán por un túnel o van a pasarla con mochila al hombro. Es un tema de vida o muerte”.

"Creo que hemos sobrestimado la eficacia de la disuasión en la gestión de los flujos migratorios dados los factores que empujan a la gente a migrar", dice Theresa Cardinal Brown, exfuncionaria del DHS y directora gerente de inmigración y políticas transfronterizas del Centro de Política Bipartidista (Bipartisan Policy Center). El resultado, según dice, es la "creación de condiciones cada vez más crueles para que sea peor migrar cruzando la frontera que quedarse donde está".


Por el momento, el Título 42 permanecerá en efecto, aunque se informa que la administración de Biden está creando nuevas excepciones basadas en reclamos humanitarios. Sin embargo, el mensaje predominante es que la frontera está cerrada. Como parte de sus campañas publicitarias para desalentar la migración desde Centroamérica, el gobierno de EE.UU. ofrece una advertencia en forma de testimonio personal de alguien que hizo el viaje: "Sufrirás mucho en el camino".

El uso del Título 42 es solo un capítulo en una larga historia de políticas de control fronterizo creadas para dificultar que los migrantes crucen la frontera. A partir de 1994, bajo la presidencia de Bill Clinton, el gobierno de Estados Unidos adoptó una estrategia de "prevención mediante la disuasión" para controlar la frontera. El objetivo era concentrar al personal a cargo de hacer que se cumpla ley, la infraestructura y la tecnología a lo largo de las rutas de migración tradicionales de mayor tráfico para canalizar a los migrantes hacia los terrenos más hostiles "menos adecuados para cruzar y más adecuados para el control de la frontera".

Según dos informes del Servicio de Inmigración y Naturalización, que fue el predecesor del DHS, el éxito de la estrategia se midió, en parte, por el número de muertes de migrantes, el aumento en las tarifas de los traficantes de personas y más quejas de grupos de activistas.

Jenn Budd, una ex agente de la Patrulla Fronteriza contratada en 1995, estuvo destacada en Campo, California, durante uno de los programas de Clinton conocido como Operación Guardián (Operation Gatekeeper). Budd recuerda que era usual encontrar migrantes muertos por congelamiento en invierno y otros sufriendo deshidratación e insolación cuando las temperaturas alcanzaban los 112 grados Fahrenheit (44ºC) durante el verano. “Eso es lo que hace la disuasión”, dice. “Te mata”.

“CBP ha contado con el desierto y los campos de exterminio para hacer el trabajo por ellos, para ser simplemente otra forma de control fronterizo, y una vez que haces eso, estás admitiendo tácitamente que vas a tolerar la muerte”, dice Jones. “La historia nos demuestra que un mayor nivel de control resulta en asumir mayores riesgos, y asumir mayores riesgos resulta en un aumento de las muertes. Es una ecuación simple. Ese es el legado ".

Décadas de investigación demuestran que la prevención por medio de políticas de disuasión ha resultado en un aumento de las muertes de migrantes y una "crisis de desapariciones". Desde 1998, se han encontrado alrededor de 8.000 migrantes muertos y al menos 5,500 personas han desaparecido en las montañas y desiertos de las zonas fronterizas, aunque los grupos humanitarios estiman que las cifras reales son mucho más altas.

CBP recién empezó a llevar un registro de muertes y rescates en 1998, el mismo año en que se creó la Unidad de Búsqueda, Trauma y Rescate de la Patrulla Fronteriza (BORSTAR, por sus siglas en inglés) "en respuesta al creciente número de lesiones de agentes de la Patrulla Fronteriza y muertes de migrantes". Los agentes de la unidad están especialmente entrenados para hacer trabajos de búsqueda y rescate y mejorar la seguridad de los migrantes en la frontera, pero solo representan una pequeña parte de la operación de la agencia.

Mientras tanto, los recursos para el control fronterizo han crecido constantemente. La cantidad de agentes de la Patrulla Fronteriza ha pasado de ser alrededor de 4.000 en 1994 a más de 19.000 agentes en el año fiscal 2020, y su presupuesto anual aumentó más de diez veces, a casi $4.9 mil millones, lo que la convierte en la agencia policial más grande del país.

Bersin, quien participó en la creación de BORSTAR, dice que actualmente existe una mayor tensión entre el control fronterizo y el humanitarismo en la frontera. Dice que un aumento sustancial de los recursos para los rescates induciría a los partidarios de la aplicación de la ley en la frontera a decir "estamos invitando a los traficantes de personas a que dejen a los migrantes en partes peligrosas del desierto para que BORSTAR pueda ir a buscarlos". Al mismo tiempo, Bersin dice que los defensores de los migrantes adoptan la posición de que “la incapacidad de BORSTAR para rescatar a todos los migrantes que se encuentran en peligro por los traficantes de personas es anti-humanitaria y hace que las consecuencias sean responsabilidad del gobierno. La polarización no es constructiva".

En nombre de la seguridad fronteriza, tanto los gobiernos republicanos como los demócratas han invertido en políticas que convierten la frontera en una zona militarizada y criminalizan a los migrantes. Bajo el mandato del ex presidente Bush, la Operación Streamline, que empezó en 2005, buscaba disuadir la migración con la amenaza de enjuiciamiento penal y posibles sentencias de prisión por entrada ilegal. Un año después, la Ley de Barreras Seguras autorizó la financiación de 700 millas de muros fronterizos y otras "barreras físicas" desde California hasta Texas. El presidente Obama también impuso penas más severas por la migración no autorizada y la ampliación de la detención familiar como estrategias de disuasión.

Trump llevó la lógica de la militarización y la disuasión aún más lejos con el muro fronterizo y políticas como la tolerancia cero y el programa Quédate en México (Remain in Mexico), que Biden anuló recientemente. Y, por supuesto, el Título 42, que Alyson Ball, presidente del Grupo de Inmigración Alliance4Action, describe como "prevención por medio de la disuasión versión 3.0".

A pesar de años de políticas que dificultan el cruce de la frontera, la migración no se ha detenido. "No se puede disuadir a la gente de que corra para salvar su vida", dice Budd. “Si ya no pueden conducir, saltarán, entrarán por un túnel o van a pasarla con mochila al hombro. Es un tema de vida o muerte”.

"Creo que hemos sobrestimado la eficacia de la disuasión en la gestión de los flujos migratorios dados los factores que empujan a la gente a migrar", dice Theresa Cardinal Brown, exfuncionaria del DHS y directora gerente de inmigrac
ión y políticas transfronterizas del Centro de Política Bipartidista (Bipartisan Policy Center). El resultado, según dice, es la "creación de condiciones cada vez más crueles para que sea peor migrar cruzando la frontera que quedarse donde está".

Por el momento, el Título 42 permanecerá en efecto, aunque se informa que la administración de Biden está creando nuevas excepciones basadas en reclamos humanitarios. Sin embargo, el mensaje predominante es que la frontera está cerrada. Como parte de sus campañas publicitarias para desalentar la migración desde Centroamérica, el gobierno de EE.UU. ofrece una advertencia en forma de testimonio personal de alguien que hizo el viaje: "Sufrirás mucho en el camino".

Este reportaje es una alianza entre The Marshall Project, Mother Jones y Univision

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