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Es hora de hacer obligatoria la vacunación contra el covid-19

"La búsqueda de explicaciones fáciles al fenómeno de los no vacunados ha desatado críticas fuertes en las redes sociales, donde se les tilda, ofensivamente, de 'covidiotas'. Pero insultos como ése no ayudarán a entender ni a superar las causas complejas y profundas de que tantas personas no se hayan vacunado".
Opinión
Miembro del equipo de política de Univision.
2021-07-26T12:27:31-04:00
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Una enfermera de la Guardia Nacional de Nevada aplica una dosis de la vacuna de Moderna a Jasmine Ghazinour, capitán de bomberos del condado Clark en Nevada. Crédito: Ethan Miller/Getty Images

Mientras decenas de países en el mundo aún anhelan conseguir vacunas para combatir el covid-19, a Estados Unidos le sobran, pero no logra vacunar a decenas de millones de sus habitantes. Es producto de la disfuncionalidad crónica de este país. El problema es tan agudo que sufrimos un peligroso rebrote de la pandemia . En las últimas semanas, han aumentado dramáticamente los contagios, ingresos en hospitales y muertes, sobre todo entre los no vacunados. Y se ha puesto de nueva cuenta en riesgo la estabilidad y la seguridad nacional. De ahí que el gobierno del presidente Joe Biden deba tomar medidas estrictas para darle un impulso decisivo a la campaña de vacunación.

La búsqueda de explicaciones fáciles al fenómeno de los no vacunados ha desatado críticas fuertes en las redes sociales, donde se les tilda, ofensivamente, de “covidiotas”. Pero insultos como ése no ayudarán a entender ni a superar las causas complejas y profundas de que tantas personas no se hayan vacunado. Es cierto que muchas se niegan porque han caído víctimas de las teorías conspirativas sobre las vacunas o de líderes criminalmente irresponsables, tanto políticos como religiosos. “Lo que la ciencia nos da nos lo quita la política”, advierte el escritor y periodista Fareed Zacharia. No estaría de más investigar a algunos de esos falsos líderes y encausarles si han violado alguna ley, lo que es altamente cuestionable, habida cuenta de la protección que les da la Primera Enmienda a la Constitución. Pero la principal responsabilidad del gobierno es educar con transparencia a la población sobre la efectividad de las vacunas.

A corto plazo, el gobierno también debería extender el mandato federal de vacunación. Un primer paso ha de ser el darles la aprobación formal a las vacunas que ya recibieron autorización provisional o de emergencia. Como han señalado expertos, abundan los mandatos para hacer obligatorias otras vacunas entre profesionales de la salud, militares y escolares. Esto ayudaría a abarcar a muchos de los 50 millones de niños en edad escolar –que pronto regresarán a clases-, al 40% de trabajadores sanitarios que no se han vacunado y al 30% de militares que tampoco lo ha hecho.

La extensión del mandato de vacunación ha de hacerse amparada en el principio de que el derecho de los ciudadanos a no vacunarse termina allí donde comienza el derecho de los demás ciudadanos a conservar su salud y su vida. La excepción son aquellas personas que, razonablemente, tienen motivos para creer que sufrirían reacciones riesgosas a la vacuna.

El mandato de vacunarse también debería ser obligatorio en asilos para ancianos y personas con discapacidades, donde, hasta la semana pasada, nada menos que el 40% de los empleados todavía no se habían vacunado. ¡Ni siquiera porque trabajan con los más vulnerables al coronavirus! Se les debe recordar, una vez más, que tal vez tengan derecho a arriesgar sus vidas, pero no las de otras personas inocentes. Las empresas privadas deberían asimismo esforzarse porque sus empleados se vacunen o, en su defecto, para que se protejan y protejan a sus compañeros vacunados de un posible contagio mediante el uso responsable de mascarillas y el distanciamiento social.

El gobierno federal y los gobiernos estatales y locales deberían continuar coordinando esfuerzos para mejorar aún más el acceso a las vacunas. Las minorías aún tienen menos probabilidades de haberse vacunado que los blancos no hispanos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estiman que, en las dos semanas anteriores, el 30% de las vacunas se administraron a hispanos, 14% a afroamericanos y 6% a asiáticos. El acceso, sin duda, es mayor que hace unos meses. Pero muchas personas aún encaran problemas debido a sus horarios laborales y al temor de faltar al trabajo si sufren reacciones adversas a la vacuna.

A largo plazo, nuestros gobiernos tienen la responsabilidad de mejorar la educación formal de los estadounidenses para evitar que sucumban tan fácilmente a la desinformación y a las manipulaciones de falsos profetas. El mal se está dando con demasiada frecuencia y peligrosidad en el ámbito político y en el sanitario. La tarea de frenarlo es ingente. Requiere mucha deliberación previa sobre cómo y qué mejorar en la enseñanza para estimular el pensamiento independiente y el rechazo a las supersticiones. Pero es una tarea impostergable. De lo contrario, el país seguirá siendo muy vulnerable a los artificios de personas sin escrúpulos que medran con nuestros temores, inseguridades y desconocimiento.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de Opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresada(s) allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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