¿Recuerdas los libros envenenados de ‘El nombre de la rosa’? En esta biblioteca son una realidad
La trama de la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, gira en torno a la muerte de un grupo de monjes que habitan en un monasterio en Italia. Fray Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, los personajes principales, deben investigar cómo ocurrieron estos fallecimientos.
Sus averiguaciones los llevan a descubrir que uno de los libros de la biblioteca está envenenado. Alguien puso un potente tóxico en cada una de sus hojas, por lo que todos aquellos que leyeron El segundo libro de la Poética de Aristóteles murieron por ingerir el veneno (lamían sus dedos al pasar las páginas).
De la ficción a la realidad
Parece que el llamado ‘Libro mortal de Aristóteles’ no es el único envenenado. En la biblioteca de la Universidad de Southern Denmark, en Dinamarca, fueron encontrados tres libros con características similares. Lo más peligroso, es que estaban al alcance del público.
Estos volúmenes datan de los siglos XVI y XVIII. Sus cubiertas contienen arsénico, un elemento químico considerado altamente tóxico, pues bastan 0.15 gramos para provocar la muerte de una persona adulta. Una vez que llega al estómago, pasa al torrente sanguíneo y es llevado a todo el organismo, en especial las uñas, el pelo, la piel, las arterias y el hígado.
Afortunadamente, ya fueron almacenados en cajas de cartón, con etiquetas de seguridad y en un lugar con acceso restringido. Se pretende digitalizarlos a la brevedad, para evitar que alguna otra persona tenga contacto con ellos.
¿Cómo se dieron cuenta?
Jakob Povl Holck y Kaare Lund Rasmussen, profesores de la mencionada universidad, se encontraban realizando una investigación sobre estos y otros libros. Las publicaciones fueron empastadas con pergaminos reutilizados, por lo que decidieron tomarles rayos X para averiguar qué decían esos pergaminos.
Los investigadores se percataron de que la cubierta de los libros tenía una extraña capa verde. Al analizarla fue cuando descubrieron que se trata de arsénico, el cual forma parte de un tipo de pintura conocida como ‘verde de París’.
En entrevista para medios de comunicación, los profesores explicaron: «El pigmento de arsénico es fácil y se ha utilizado comúnmente para múltiples propósitos, especialmente en el siglo XIX. En el caso de nuestros libros, el pigmento no se usó con fines estéticos. Una explicación plausible para la aplicación del verde París en los libros antiguos -probablemente en el siglo XIX- es que fue utilizado para protegerlos contra insectos y alimañas».
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