"Me quiero morir, no quiero vivir más", dice con angustia Nereida González, a quien la falta de alimento la tiene en los huesos. Katy Chourios, su hija, manifiesta que pesaba 110 kilos y ahora está en 35. Su bisnieta Carmen, de 6 años, languidece en los brazos de su abuela, Soraya, quien también padece la misma realidad.