Adolfo Constanzo, un joven estadounidense, lideró un clan que secuestró, torturó y asesinó a decenas de personas en rituales de magia negra en los cuales pedían proteger actividades del narcotráfico en la ciudad de Matamoros. El clan
mutilaba, decapitaba, quemaba, arrancaba los corazones y genitales y desfiguraba el rostro a algunas de sus víctimas. Este caso es uno de los más inquietantes ocurridos en México.