Cuando se entrevista a un actor que se ha hecho famoso como cómico, haciendo reír, lo primero que te sorprende es descubrir que el tipo no está nada contento y que tiene un toque de tristeza que te descorazona. Sucede a menudo, y todo porque los premios como el Oscar, y otros similares, desprecian la risa, el buen humor, la comedia popular. De allí que todos los grandes artistas del humor tengan ese punto de resquemor en busca de la consagración, a través del drama.