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Las películas animadas acompañaron la infancia de muchos fans del cine, y aunque ya han crecido, aún recuerdan con lujo de detalle algunos de los diálogos de sus personajes favoritos.

La primera película de Cómo entrenar a tu dragón se convirtió en un éxito inesperado para DreamWorks. La trama vikinga y la creatividad de esta gran obra de animación, encantaron a millones de aficionados al cine 3D.

El contenido infantil en servicios de streaming cada vez es más variado y amigable.

Las películas animadas tienen el don de sumergirnos en increíbles aventuras con personajes que se ganan nuestro corazón de inmediato.

Todas las cosas buenas terminan, y Cómo entrenar a tu dragón 3 no es la excepción.

La franquicia de Shrek es una de las más exitosas de Hollywood y la segunda más taquillera de la historia de las franquicias animadas, sólo por detrás de Despicable Me.

A todos nos ha pasado: hemos crecido y descubierto que prácticamente todas las películas infantiles o simplemente animadas, y que tan inocentes parecían, tienen tristes historias por detrás que podrían arruinar nuestra niñez. ¿Y adivina qué? Shrek es una de ellas.

Las películas animadas están pensadas para entretener a los niños. Por ende, lidiar con el tema de la muerte no es nada fácil para los guionistas.

Cualquier película animada que se precie siempre debe tener un momento que logre conmover al espectador. Sin importar su trama o como se resuelva su argumento, debe lograr que las relaciones entre sus personajes tengan el realismo suficiente como para enternecer, emocionar o entristecer al espectador si eso es lo que el guion determina. Esa es la manera en que un relato adquiere un valor único, sin importar si la película resulta «buena» o «mala», esa escena o ese momento no pierde su valor emotivo.

Las películas infantiles, esas excusas perfectas para que madres, padres, tíos, hermanos y primos mayores disfruten de historias simples, emotivas o inspiradoras, de aventuras y fantasía, son cada vez más interesantes y atractivas para todos, y resultan muchas veces una inmejorable opción a la hora de ir al cine, sea en el caso de tener el familiar pequeño correspondiente o no tenerlo pero animarse de todos modos.

Shrek terminó hace algunos años, pero nunca está mal volver a ver estas películas (al menos las primeras). Es magnífico como los cuentos de hadas más famosos pueden convertirse en algo tan gracioso. Pero no olvidemos que DreamWorks no quería presentar solamente una película para niños, sino algo completamente diferente...y lo logró. Si bien los más pequeños han visto la película y nosotros también, hace años atrás, tiene muchos chistes para adultos. Aquí tienes algunos, para recordar el sentido del humor de Shrek, que siempre hace falta.

Nos guste o no, Walt Disney Pictures es el rey de las películas animadas, al menos en el mundo occidental. Desde que se creó en 1929, la compañía ha tenido docenas de películas exitosas, como Blanca Nieves y los 7 enanos, el Rey León (aún lloramos con la muerte de Mufasa) y en fechas recientes Coco, con sus hermosas enseñanzas sobre cómo vemos la muerte en nuestro país.

Todos los personajes de Shrek provienen de algún cuento de hadas, pero uno de ellos se robó la primer película, hasta ganó más fama que el personaje principal. Ese es Burro.

En el cine, aunque la figura del antagonista no es enteramente necesaria para desarrollar una trama interesante, la presencia del mismo puede ser determinante para definir apropiadamente el conflicto al que se enfrentará el héroe.

Los estudios DreamWorks fundados por –entre otros– Steven Spielberg en 1994, en menos de 30 años han logrado crearse un estilo propio para sus películas animadas, con obras que han marcado al público y generaron fructíferas franquicias. Si bien no todas sus películas son destacables (hay varias que son sumamente decepcionantes), se debe resaltar el trabajo especial que se ha logrado con muchos de sus villanos, ya que hay ejemplos verdaderamente temibles de antagonistas animados.

Cuando en 1994 el entonces presidente de Disney, Frank Wells, falleció, Jeffrey Katzenberg sabía que el puesto sería suyo. Así se lo habían prometido. Pero las cosas no salieron como esperaba y no solo decidió irse de la compañía, sino que dio una estocada maestra al imperio de ratón Mickey: junto con sus amigos Steven Spielberg y David Geffen creó Dreamworks Studios.