¿Qué pasará con el 'gran terremoto en Guerrero' del que todos están hablando?
Una de las diferencias que existió entre el terremoto de 1985 y el de 2017 fue que debido a las redes sociales los rumores se propagaron con velocidad. Durante los días posteriores, en Facebook, Twitter y WhatsApp se difundieron mensajes de miedo, según del Sismológico Nacional, avisando que se aproximaba otro gran sismo.
De inmediato las autoridades en la materia se encargaron de compartir imágenes que clarificaron que los terremotos no se pueden predecir. Mucho menos saber en dónde será el epicentro y la fecha exacta de cuándo sucederá.
Aunque esta información es cierta, a algunos internautas les ha generado confusión entrarse de que a los científicos sí les preocupa que un gran sismo se presente en el estado de Guerrero.
Achis, achis ¿No que no se podían predecir?
En efecto, los terremotos no dan señales precisas de cuándo ocurrirán, pero sí es posible estudiar su comportamiento para distinguir ciertos patrones. Por ejemplo, a gran escala este tipo de investigaciones son las que nos permitieron conocer qué zonas son más propensas a los sismos que otras.
J. Rubén G. Cárdenas, científico especializado en el manejo de riesgos, publicó un artículo en 2008 acerca de la brecha de Guerrero y su considerable movimiento telúrico. Los registros comprueban que no se ha presentado un sismo considerable en la costa de Guerrero desde 1908, incluso a pesar de ser una zona sísmica, como se observa en el mapa proporcionado por el Instituto de Geofísica de la UNAM.
Los temblores son el mecanismo que utiliza la Tierra para liberar la energía que se acumula en su interior. Entonces, el hecho de que no haya temblado en esa zona durante más de 100 años preocupa a los científicos, ya que esa energía podría disiparse con la forma de un gran sismo. El cual sería devastador para Guerrero y la Ciudad de México.
La costa de Guerrero está justo entre la placa de Cocos y la placa Norteamericana.
Aunque a lo largo de los años se han presentado microsismos en esta región (que ayudan a aliviar esa tensión energética), es importante que continúen los estudios sismológicos para aprender más acerca del comportamiento sísmico de la brecha de Guerrero. Para contar con la mayor información posible, prevenir desastres e idear planes de acción. (Ojo: no para predecir terremotos).
Una de estas iniciativas es una colaboración entre México y Japón, quienes investigan la capacidad de estos microsismos para mitigar la fuerza de un gran terremoto. Las universidades de Kyoto, Tokyo, Tohoku y Kobe se aliaron con la UNAM, el Instituto de Geofísica y el Centro Nacional de Prevención de Desastres en este equipo que busca preparar a las instituciones y a la ciudadanía para los posibles sismos y tsunamis.
Es necesario que este tipo de estudios sean apoyados y difundidos para que nuestro país (y todos los países con actividad sísmica) estén lo más preparados posibles para enfrentarse a cualquier contingencia.
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