Lencería para hombres: ¿en serio?

Entra: la masculencería, el man-gerie o, si se prefiere, la lencería para hombres. No se trata de una broma. Tampoco se trata de un fenómeno gay, o de sostenedores de cuero, púas y látigos. Hombres heterosexuales de todos los rincones del planeta (quizá incluso el que en estos momentos se encuentra sentado junto a ti... ¿acaso él sabe qué traes puesto debajo de la ropa?) están encontrando motivos para celebrar el hecho de que la ropa interior para hombres ha dado un paso definitivo hacia los textiles más suaves, las paletas más coloridas y la variedad en general históricamente reservada para las mujeres.
Marcas como Homme Mystere, Gregg Homme, Candyman, California Muscle y Pistol Pete y Luxe Legwear han conectado con lo que parece ser un gusto masculino por prendas antes reservadas para mujeres, como panties y corpiños con estampados de flores, encajes en colores primaverales, ligueros de satín, pantimedias (¿ mantyhose?) y más.
En una entrevista para Att.com, Brent Krause, creador de la marca australiana creada hace ocho años, Homme Mystere, comenta que la abrumadora mayoría de sus clientes son heterosexuales: "Creo que el 90 por ciento—la última vez que me asomé a ver quiénes nos visitan o son clientes—son muchachos heterosexuales. [...] La mayoría está compuesta de hombres casados".
Algunos de los testimonios que aparecen en el sitio web de Homme Mystere, dan fe de lo que afirma Krause:
Llevo dos años comprando la lencería de Homme Mystere. A mi esposa le encanta que me la ponga—de hecho, dice estar celosa porque mi lencería se ve mejor que la suya. —Doug, Estados Unidos.
¡Sólo quería darles las gracias por hacer lencería para hombres! No me importa tanto comprar en Victoria's Secret y tiendas parecidas, pero siempre tenía que decir "Estoy comprando para mi novia", cuando en realidad compraba para mí. De nuevo, gracias por hacer panties para los chicos, ¡me encantan! —David, Estados Unidos.
Todo parece indicar que la masculencería ha llegado para quedarse.
Lo cual obliga a algunas preguntas. Por lo menos. ¿Realmente se trata de algo absurdo? ¿Aberrante? ¿Poco sexy? ¿Lo contrario de sexy? Tal vez sea esta la reacción inicial de la persona heterosexual promedio, sea hombre o mujer. Pero, ¿es la única posible?
Si nos permitimos suspender los prejuicios momentáneamente, es necesario reconocer también que no hace tanto—acaso unas cuantas décadas, dependiendo del país donde uno se encuentre—era considerada una transgresión que una mujer se cortara el cabello, usara pantalones y abandonara el asfixiante corsé. Hoy día, nadie se espanta ante el uso de boxers, de chamarras de motociclista y penes protésicos. Ningún hombre sale corriendo al encontrar un cajón lleno de pantaletas "boy cut" en el departamento de su novia. ¿Por qué nos resulta entonces increíble que los hombres adopten el uso de lencería?
No es siquiera necesario imaginar lo que ya no es. Basta simplemente con observar lo que acontece en culturas no occidentales como las de India, donde los hombres que visten de modo tradicional llevan siglos utilizando prendas que en occidente se considerarían "faldas", pero que en aquella región del mundo, tienen más que ver con prácticas espirituales, según las cuales se valora la "pureza" del textil sin cortar y sin coser.
La censura y la rigidez de los valores son los ladrillos que construyen los mismos tabúes que con la costumbre de desvanecen. Y son esos mismos tabús, trasgresiones y prohibiciones, los elementos que hacen que algo se vuelva excitante, emocionante, peligroso. Si sientes que tu vida sexual se comienza a estancar, tal vez sea momento de colocar un corpiño y panty de encaje rosado sobre la almohada de tu novio o esposo, con una notita perfumada que dice "Me encantaría vértelo puesto".
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