Una de las leyendas más antiguas sobre la constelación de Capricornio y esta criatura podría tener orígenes desde Babilonia, cuyo dios de la sabiduría, Oanes, era mitad hombre, mitad pez. Esta extraña figura aparecía a intervalos más o menos distantes entre sí en el golfo Pérsico, disfrazada de sirena e instruyendo a la humanidad artes y ciencias. Crédito: Shutterstock.com
Otra historia viene de la mitología griega, relacionado con Pan, un semidios de los pastores y los rebaños y que tenía forma de sátiro (mitad hombre mitad cabra). Además era el dios de la sexualidad y fertilidad masculina y le encantaba perseguir ninfas para satisfacer sus apetitos. Shutterstock.com
Según la leyenda, la titánide Rea, esposa de Cronos, envió al monstruo Tifón a destruir a todos los dioses del Olimpo, incluyendo a Zeus. Pan, por supuesto no quería morir, así que quiso huir lanzándose a un río y convirtiéndose en pez, pero no le salió bien su transformación y quedó "atorado" como mitad cabra mitad pez. No le quedó más remedio que quedarse en la Tierra. Shutterstock.com
Pan notó que el Tifón ya había desmembrado a Zeus. Para asustar al monstruo, Pan emitió un grito o chillido agudo que permitió a Hermes (el mensajero de los dioses) recuperar los miembros arrancados de Zeus. Juntos, Pan y Hermes arreglaron a Zeus, quien en agradecimiento le asignó su lugar entre las constelaciones. Crédito: Shutterstock
Rea rescató a Zeus de ser devorado por su padre, Cronos, así que lo escondió en la isla de Creta, dejándolo a cargo de la ninfa Amaltea, esta mitológica criatura que tenía admirables cuernos que le crecían y derramaban néctares como miel de abeja y leche de cabra. Crédito: Shutterstock.com
Dentro de la tierra, el cuerno de Amaltea siguió existiendo y es conocido también como la Cornucopia, un símbolo de prosperidad, riquezas y afluencia. Incluso existen versiones donde la propia Vía láctea se originó al romper Zeus la Cornucopia, y en el que las gotas de leche derramada formaron las estrellas. Crédito: Shutterstock.com