Remake de Akira: sobre el "whitewashing" y la difícil adaptación de un anime clásico
Akira, la película de 1988 que Katsuhiro Otomo dirigió adaptando el manga de su propia creación, es una obra de culto y ampliamente considerada como uno de los grandes hitos de la animación japonesa, una película cuya influencia se puede rastrear en toda la ciencia ficción de los últimos tiempos, desde Matrix hasta Stranger Things.
De modo que Hollywood no iba a dejar pasar la oportunidad de hacer su propia versión, aun si el gran legado y el propio carácter icónico de la película hacen mucho más complicado el proceso de adaptación.
Una adaptación difícil
Warner Bros. adquirió los derechos para la versión live-action de Akira en 2002, y desde entonces se han vinculado a la adaptación toda clase de posibles guionistas y potenciales directores, desde George Miller y Christopher Nolan hasta Jaume Collet-Serra y Jordan Peele, pero finalmente ninguno de ellos logró concretar un proyecto viable ni dar comienzo a la producción.
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El creador Katsuhiro Otomo había dado su visto bueno a una adaptación libre, alentando a los potenciales responsables a no tener miedo de cambiar cosas y proponer interpretaciones diferentes y originales, en lugar de un remake demasiado fiel y al pie de la letra, lo cual complicó todavía más las cosas.
Comenzaron a surgir algunas preocupaciones recurrentes en torno a la adaptación.
En primer lugar, el temor de incurrir en la práctica que en Hollywood se conoce como whitewashing, es decir elegir a actores estadounidenses u occidentales, amparados en su estrellato y popularidad, en roles originalmente de personajes japoneses.
La adaptación de Ghost in the Shell y el casting de Scarlett Johansson fue ciertamente polémico y un motivo posible, al menos parcialmente, del fracaso taquillero de la película.
Actores como Kristen Stewart y Dane DeHaan han sido mencionados como potenciales protagonistas, lo que sin dudas podría desatar quejas y rechazo.
Otro asunto complejo es el hecho de que la historia parece inseparable de Japón, difícil de situarla en otro país, con el importante papel que juegan en el argumento ciertas condiciones culturales e históricas japonesas (su involucramiento en la Segunda Guerra Mundial y el trauma de los bombardeos atómicos, por ejemplo).
Pese a todo esto, Warner Bros. naturalmente no ha cesado en su intento de adaptación de Akira, con el enorme potencial que tiene, si se hace bien, para convertirse en una creciente e importante franquicia.
Un nuevo director a bordo
La última noticia es que el director neozelandés Taika Waititi está en negociaciones para dirigir la película de Akira.
Taika Waititi, que ha dirigido una serie de notables películas de comedia en Nueva Zelanda pero algunas de ellas con notoriedad internacional ( Boy, What We Do in the Shadows, Hunt for the Wilderpeople) fue reclutado por Marvel, y tendrá su primera experiencia con un blockbuster hollywoodense con Thor: Ragnarok, la tercera entrega del dios asgardiano que en estos días ya ha cosechado elogios.
Waititi confirmó que ha sido contactado para dirigir Akira, aunque todavía no hay nada cerrado.
Al mismo tiempo, manifestó sus intenciones de sortear las dificultades de la adaptación, tomando como referencia el manga antes que la película animada:
De hecho, Taika Waititi ya ha pensado en el problema del whitewashing, y es un error que no piensa cometer:
Thor: Ragnarok será una prueba de fuego para Taika Waititi, en tanto su primer gran proyecto hollywoodense, pero si el éxito lo acompaña, también podría ser el impulso definitivo para que se ocupe de Akira, otra adaptación de un popular cómic, y finalmente se haga realidad la demorada película live-action con la que los fans han fantaseado desde hace tanto tiempo.
- Ver también: «Akira: las principales diferencias entre el manga y el film»