Breaking Bad: [Crítica 5x16, final de serie]
Evidentemente, el episodio final de Breaking Bad se había convertido antes de su emisión en uno de los más esperados y anticipados de la televisión y, gracias a la cada vez mayor cantidad de entusiastas seguidores y el amplio consenso entre la crítica que la posiciona como una de las mejores series de la historia, ver cómo concluiría la historia que seguimos durante cinco años era un fenómeno comparable al de otros grandes finales como el de The Sopranos o Lost, que todavía hoy son recordados, aunque por razones opuestas.
Era uno de esos finales sobre el que todos especulamos y sobre el que todo el que haya visto la serie tiene una opinión sobre cómo debería ser y qué debería suceder, pero sólo una persona (o un equipo de guionistas) tomaría la decisión definitiva, lo que trae consigo una potencial decepción o insatisfacción para muchos.
Se podría decir que Breaking Bad optó por un camino distinto al de las dos mencionadas, que se ubica en el medio, y en este episodio final dio un cierre en cada una de las historias y a cada uno de los personajes principales, entregó todas las respuestas necesarias, sin demasiados riesgos ni sorpresas ni sobresaltos, pero aún así con momentos de gran intensidad y de mucha emotividad. En resumen, fue un final más que satisfactorio y adecuado para la serie.
El regreso
Sabíamos que Walter ( Bryan Cranston) había revertido su decisión de entregarse cuando vio en la televisión a sus antiguos colegas y amigos, que ahora poseen la gran compañía Gray Matter (de la cual Walt cedió sus acciones por sólo $5.000 dólares cuando estaba comenzando), hablando de él y diciendo que su único aporte había sido el nombre de la compañía.
Esto es lo que impulsa a Walt a volver y, según podemos suponer en un principio, es el orgullo lo que lo obliga a volver a reclamar lo que es suyo, tanto ante Todd ( Jesse Plemons) y su tío Jack ( Michael Bowen) -su dinero-, como ante Elliot ( Adam Godley) y Gretchen ( Jessica Hecht) -el reconocimiento intelectual por un aporte que suponemos es bastante mayor que el que le conceden públicamente-.
En cambio, se nos revela que no es así y cuando vuelve no reclama nada de esto. No quiere su dinero de vuelta (su familia no lo aceptaría) ni quiere el reconocimiento de Elliot y Gretchen, sino que lo que lo hace volver es que se le ocurrió una idea.
Cuando Gretchen dice en televisión que no sabe qué ha sido del Walter White que conocían, del hombre dulce, amable y brillante, lo que hace es recordarle a él mismo que aún puede ser un hombre brillante (ya no dulce, ni amable), pero a diferencia de utilizar esa inteligencia para manipular u obtener más poder, lo hace para salvar lo único que le daría sentido a todo lo que hizo: que su familia reciba el dinero.
Naturalmente, también la utilizará para engañar a los que le robaron su dinero y para obtener su venganza y su redención final.
Dueño de su destino
Primero habla con Skyler ( Anna Gunn) y reconoce por primera y única vez que todo lo que hizo lo hizo por él mismo, lo hizo para “sentirse vivo”; también da un último vistazo a sus hijos y le entrega a Skyler las coordenadas para encontrar el cuerpo de Hank ( Dean Norris) y Steven Gomez ( Steven Michael Quezada).
Lo que viene después es un gran momento catártico para la audiencia, en el que sucede todo lo que uno podría haber esperado y, sin dudas, lo que resulta más satisfactorio. Vince Gilligan no intenta dar grandes giros en este punto, ni arriesgarse a proponer otra solución extremadamente original y sorprendente, pero nada de lo que sucede parece forzado o inverosímil.
La concatenación de hechos y el conocimiento que tenemos de los personajes son más que suficientes para justificar lo sucedido. El ingenio y la astucia de Walt determinan la muerte de varios del grupo de Todd y su tío y también la de Lydia ( Laura Fraser) que siempre iba al mismo restaurante, a la misma hora y tomaba el té siempre de la misma manera.
Jesse ( Aaron Paul) tiene su gran momento finalmente y casi no cabía otro final para él que no fuera el que se dio. Pudo matar a Todd, que no sólo lo torturaba y lo obligaba a cocinar meta encadenado, sino que había asesinado a Andrea. Sin embargo, decidió no asesinar a Walt, ya que probablemente su conciencia no podría tolerar otro asesinato y, por otra parte, probablemente su mayor triunfo sea liberarse finalmente de él.
Por último, la muerte de Walt en el laboratorio cierra el círculo y es también una especie de triunfo para él: sobrevivió al cáncer, sobrevivió a Tuco Salamanca, sobrevivió a Gus Fring, sobrevivió a la DEA, sobrevivió a los nazis, y muere por decisión propia y habiendo cumplido con lo que quería.
Puntaje: 9.5. Walter White se embarcó en este camino cuando su vida estaba perdida y tenía la sensación de que su legado -material y espiritual- sería nulo, por lo que intentó revertir esto. No caben dudas que lo logró, aunque fueron muchas personas los que debieron pagar el precio. Nadie salió ileso y mucho se perdió, pero también en el final su absurda obstinación y su viaje al infierno reciben algo de dignidad y sentido.