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Tras una gran redada en Ohio, llegaron deportaciones, intentos de suicidio y un joven se dejó morir

Arrestaron a 114 inmigrantes en menos de una hora, pero la redada en el norte de Ohio dejó consecuencias de por vida en los detenidos y en sus familias.
15 Jul 2018 – 07:30 AM EDT
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Por temor a que ICE visite el complejo de casas móviles donde vivía la mayoría de los arrestados, algunas familias abandonaron sus viviendas. Crédito: Luis Velarde

Cuando Fabiola Escobar se despidió de su hermano mayor, no sabía el infierno que les esperaba. Ella fue arrestada en una de las mayores redadas migratorias de la historia y él, que dejó de comer cuando supo la noticia, murió unos días después.

La gran redada de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) en Corso’s, una empresa de jardinería con dos sedes en el norte de Ohio, dejó 119 detenidos el pasado 6 de junio, y decenas de familias quebradas. Cinco semanas después, madres dejaron el país, hijos intentaron suicidarse, familias luchan para lograr comida, y la mayoría no volvió a trabajar.

Fabiola Escobar, de 20 años, fue una de las decenas de arrestadas por ICE. El arresto cayó como una jarra de agua fría sobre su mamá y sus dos hermanos. El mayor, Silvano, de 25 años, llevaba semanas enfermo del estómago –probablemente por una úlcera– pero el susto del arresto de su hermana lo bloqueó completamente, según contó la madre a Univision Noticias. Dejó de comer y de hablar.

Ocho días después de la redada, el jueves 14 de junio, Silvano empeoró todavía más, no podía respirar; fue trasladado a un centro médico y allí lo declararon muerto, como se lee en el obituario.

La hermana, Fabiola, seguía detenida por no tener papeles y por trabajar sin autorización en Corso’s, una empresa de jardinería donde su hermano también se había ganado un sueldo. Activistas locales, un senador y una representante presionaron para que ICE liberara a Fabiola y asistiera al funeral.

Pero semanas después, sigue detenida. La comunidad movilizó dinero y ayudó a la familia a repatriar el cuerpo de Silvano al cementerio de Frontera Comalapa, Veracruz, de donde la familia es originaria.

La madre dice ahora que está pendiente de la cita de su hija Fabiola con el juez de inmigración en unos días. Sabe poco más de su futuro y lo ve muy complicado: “Ya no nos quieren aquí”.

“Desde la redada, no hubo descanso para las familias”, explicó Kathy Ress, una terapeuta que viajó varias veces a la zona de la redada para atender a niños y adultos de la comunidad. En el barrio de casas móviles, los inmigrantes y sus hijos han sufrido pesadillas, ansiedad, miedo extremo, transtornos traumáticos y peor todavía.

Varios trabajadores sociales y terapeutas han hablado con familias con adolescentes, incluso niños, que tuvieron comportamientos suicidas. Hablan de una muchacha de 16 años que estuvo a punto de colgarse, y de casos similares de tres chicos de 23 , 18 y 13 años, con progenitores detenidos en la redada.

“Estos niños a quienes se llevaron sus papás y mamás se sienten impotentes: no pueden ayudar con dinero, son ciudadanos estadounidenses y sienten que su mundo se está derrumbando”, dijo la voluntaria Bella Sin, que trató con menores con impulsos suicidas.

Más de 50 menores se quedaron sin su mamá, su papá o ninguno de los dos en casa después de los arrestos, según cálculos de activistas, y crecieron de golpe para asumir responsabilidades de adulto.

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Madre deportada, tres ciudadanos a México

“Cuida a los niños", le dijo a Ramón su esposa por mensaje de texto cuando fue detenida durante la redada. Este mexicano de 28 años todavía no la ha vuelto a ver. En cuestión de una semana, ella fue deportada a Veracruz y todo cambió por completo.

La nueva rutina de Ramón consistió en desmontar la vida que crearon por más de una década en Estados Unidos: dejó de trabajar, vendió sus pertenencias y, con los 4,000 dólares que logró, compró los billetes de avión de vuelta.

Hace unos días envió a México a sus tres hijos, de 8, 6 y 1 año, todos ciudadanos estadounidenses, con un conocido que los acompañó. Y este sábado voló él, facturó tan solo una maleta con ropa y desde el lunes buscará trabajo en Veracruz.


Con las semanas, los 119 detenidos siguieron varios caminos: algunos fueron deportados, otros siguen detenidos, y varios –principalmente mujeres– fueron liberados tras pagar fianzas de entre 1,500 y 7,500 dólares mientras siguen con sus procesos de deportación. ICE no aportó las estadísticas sobre los arrestados que Univision Noticias solicitó.

Tras salir de los centros de detención, algunas madres encontraron a sus hijos traumados por la ausencia. En el barrio, se presencian llantos y gritos de menores cuando sus mamás van a salir de casa. Temen que, de nuevo, no vuelvan, y se niegan a separarse de ellas.

Las consecuencias de las redadas se replican en otros puntos del país: en Tennessee detuvieron a 97 inmigrantes en abril y en Salem, también en Ohio, a 146 a mediados de junio. Los efectos son todavía a mayor escala cuando se vuelve a pequeñas localidades como Postville, Iowa, donde hace una década arrestaron a 389 extranjeros, y tres cuartos de ellos fueron deportados.

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Liberada por 13 horas

Después de cinco semanas detenida en Ohio, Anita Marín, de 61 años, logró ser liberada este martes 10 de julio por la noche tras pagar una fianza de 3,500 dólares. En el carro de vuelta a casa, le contó a su hija que en el centro de detención solía quedarse en su habitación para evitar peleas. En la noche, ya en casa, Anita cocinó frijoles para hijos, nietos y sobrinos, comieron, platicaron y rieron.

La mañana siguiente, tras tantos días separadas, una de sus hijas se recostó en la cama con Anita, pero sobre las 8 de la mañana llamaron a la puerta con insistencia. Eran agentes de nuevo, esta vez con una orden judicial en la mano por “falsa declaración de ciudadanía”, y se llevaron a la abuela de la familia, que vuelve a estar detenida. Univision Noticias pidió información a ICE sobre el caso, pero todavía no recibimos respuesta.

Solamente algunos hijos de los detenidos –incluida una hija de Anita– siguieron trabajando en la empresa donde se produjo la redada, Corso's. Ciudadanos estadounidenses de origen latino y beneficiarios de DACA ahora conviven con mano de obra afroamericana. En la otra gran empresa de jardinería de la zona, Green Circle Growers, tampoco están aceptando a trabajadores indocumentados.

“Ahora hay un grave problema de desempleo entre la comunidad inmigrante”, explica el pastor Elvin González. “Las compañías tienen miedo a contratar; en algunos casos hay vecinos que vendieron sus tráilers, otros que pusieron las casas en venta”.

Las familias perdieron sus ingresos y dependen de la caridad para pagar su renta, gastos corrientes y comida. Algunas familias se marcharon a vivir a Cleveland, la ciudad más cercana, a otros estados, o directamente abandonaron el país. El único que sus hijos conocían.

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